Julie Ann Campbell se convierte en Lonelady en el instante que con timidez se cuela sobre el escenario para dejarnos en la piel el cosquilleo de una música turbia, colorista y envolvente. 2010 es el año de su debut con Nerve Up y marzo del 2015 su reafirmación con su segundo LP Hinterland, espejo que sin filtros edulcorados proyecta su ciudad natal de Manchester, para dibujar con rotundidez el paisaje de sus bloques de hormigón y teñir de color humo el aire y las autopistas que circunvalan los bunkers de edificios donde creció.
Empiezan los primeros acordes en la sala Máster de Vigo, con el interrogante tatuado en la cara mientras el rasgar de su guitarra borra en apenas unos segundo cualquier duda, sólo unos acordes y el público ya le pertenece. Notas y silencios premeditadamente pautados, una guitarra que se funde con el plano rítmico para dejar el camino señalado a toda la potencia de la percusión, en la que las baquetas juegan a crear sonidos sobre los teclados o sobre el mismísimo bajo. Permanente es la base electrónica, que se amasa junto al resto de los ingredientes haciendo de la melodía un todo sólido y firme y por el cual se balancea con una elegancia inusual, su personalísima voz.
Inevitables son las referencias presentes de gigantes de la música como Joy Division, The Smiths, The Certain Ratio, Hole o los Gossip en sus inicios. Biophilia de Björk recuerda en la memoria a sus giros vocales, suavizados en la garganta de Lonelady por una oscura gravedad e intencionada melancolía. Y del mismo modo inevitable es también el deseo de moverse, el cuerpo la sigue en cuanto despliega los acordes del primer tema Into the cave, donde las etiquetas que le acuñan a su estilo desde post punk a música electrónica, funky y pop se hacen realidad.
De aspecto frágil y aniñado nos envuelve durante todo el concierto para dejarnos esa sensación de lo rápido que vuela el tiempo. Ante el micrófono pronuncia “this is the last song” y has sentido de nuevo eso que no cabe en descripciones, metáforas ni diccionarios y que solo algunos artistas logran: el deseo de perpetuar instantes.
Hinterland es un disco precioso… y tus palabras, Sonia, más que bellas…
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Lonelady, un soplo de aire fresco para los oídos, me gusta…….por cierto, el artículo en la misma linea, enhorabuena Sonia.
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Gracias …una buena revista para seguidores de la buena música y el buen cine
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