High-Rise: Sexo y paranoia
Esta adaptación de Rascacielos de J.G. Ballard nos adentra en un edificio ultramoderno cuyos habitantes tienen todo lo que pueden necesitar, convirtiéndose en una especie de sociedad aislada del mundo exterior y fuertemente clasista. Una falsa utopía que al resquebrajarse desemboca en una orgía de violencia.
Un magnífico Tom Hiddleston es nuestra vía de entrada a esta sociedad elitista en la que los adinerados viven como aristócratas en los pisos superiores, los pobres viven en los pisos más bajos, aunque no por el mero hecho de ser pobres, estos son mejores personas (como suele ocurrir en este tipo de fábulas), ni los adinerados son peores, Ballard nos muestra a todos por igual, en sus mejores y peores momentos. Por otro lado, también nos transmite la idea de que las élites o grupos selectos surgen de manera espontánea en la sociedad, donde unos pocos siempre intentarán establecerse por encima del resto solo por el sentimiento de pertenecer a algo superior y por la satisfacción de negarle la entrada a los demás. High-Rise es una gran crítica a la división de clases, pero también nos muestra el salvajismo que puede dominar al ser humano si lo despojas de la civilización.
Zoom: La sensualidad a tres bandas
Pedro Morelli da el salto al largometraje con esta cinta protagonizada por Alison Pill y Gael García Bernal. La película mezcla de forma muy original la animación con acción real, entrelazando tres historias: la de Emma (Alison Pill), una trabajadora en una fábrica de muñecas sexuales que dibuja un cómic sobre un director de cine llamado Edward (Gael García Bernal) que, a su vez, está rodando una película sobre una modelo llamada Michelle (Mariana Ximenes) que está escribiendo un libro sobre la dibujante de cómics Emma.
En Zoom los tres personajes protagonistas luchan por seguir sus instintos, aunque eso signifique ir contra las expectativas de los demás: Michelle lucha por ser escritora aunque todo el mundo (incluido su novio) la vea como una simple modelo, Edward lucha por dirigir una película que sea más artística, aunque la productora de los estudios quiera que siga haciendo películas comerciales y Emma se pone implantes de pecho para gustar más a los demás, pero luego lucha por encontrar dinero para quitárselos porque prefiere ser la misma de siempre.
Tres historias creativas y llenas de sensualidad que también lidian con la objetificación sexual tanto de la mujer como del hombre, ya que el único instrumento que tiene Edward para conseguir lo que quiere es acostarse con la directora de los estudios, Emma quiere quitarse sus implantes al darse cuenta de que de repente es lo único que ven los hombres en ella y su propio “novio” la compara con una de las muñecas sexuales de la fábrica y, finalmente, Michelle es tan perfecta físicamente que le cuesta que la tomen en serio.
En definitiva, Zoom es una cinta de muchas capas con un guion lleno de humor que ha supuesto una grata sorpresa en la programación del Festival.
Tangerine: Say My Name, Say My Name
Tangerine nos sumerge en el mundo de las prostitutas transexuales de Los Ángeles, centrándose particularmente en dos: Sin-Dee, que acaba de salir de la cárcel y su mejor amiga Alexandra, que le cuenta a la primera que su chulo y novio ha estado acostándose con una chica blanca mientras ella estaba en la cárcel. Enfurecida, Sin-Dee emprenderá una búsqueda por el barrio en caza y captura de la susodicha de la que solo sabe que su nombre empieza por d.
Aunque para promocionar la película, se haga hincapié en que está rodada con un iPhone 5, lo cierto es que eso poco importa. Lo que importa es que Sean Baker sabe dónde poner la cámara (del teléfono), que Tangerine cuenta con personajes estrambóticos y desternillantes, pero también muy humanos y que una vez que nos adentramos en ese mundo, y hemos visto tanto lo bueno como lo malo, nos entran ganas de quedarnos a ser testigos de más drama, a que Sin-Dee nos cante Say My Name y a asistir a una nueva actuación de Alexandra con la sala llena.
Life: Una vida ardua y lenta
La premisa de Life era bastante ambiciosa: contarnos cómo nació una de las leyendas más grandes del cine, James Dean. Y aunque Anton Corbijin contaba con un actor bueno hasta la médula como es Dane Dehaan, el director ha conseguido que el proceso nos parezca arduo y lento. No es solo que la cinta tenga un problema de ritmo, es que tampoco había mucho de lo que partir para crear un guion interesante: un fotógrafo que ve algo especial en un actor desconocido y lo persigue como un perrito faldero hasta conseguir hacerle un reportaje fotográfico para la revista Life, ya está.
Y al tener poca cosa que contar, Corbijin confía enteramente en sus dos actores principales: un Robert Pattinson que nos muestra algunas dotes interpretativas nuevas y un Dane Dehaan que se preocupa tanto de imitar de forma casi perfecta la voz y manierismos de Dean, que se olvida de lo que hizo que se convirtiera en un icono: ese factor indescifrable que lo hacía tan enigmático, su magnetismo. Lo peor es que sabemos que Dehaan es capaz de ser enigmático, ya lo demostró en Kill Your Darlings, pero por la razón que sea no se ha mostrado esa parte de él en esta película. Sin ese magnetismo, nos queda un James Dean taciturno, absorto en sí mismo y bastante egoísta. En resumen, un personaje que fascina más bien poco y, lo que es peor, nos importa poco.
Qué envidia me dais con poder haber vista ya High Rise. Desde que supe que Ben Wheatley iba a dirigir la adaptación de la novela de Hallare mi hupe no ha dejado de aumentar.
Y si os ha gustado os recomiendo esa extraña obra maestra que firmó Ferry Gillian con Brazill.
Larga vida al Cine!
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