¿Qué ocurre si juntamos los oscuros e hilarantes diálogos de Reservoir Dogs y la brutalidad ambientada en western de Django Desencadenado? Bien batido, con leves toques de toda su filmografía, Tarantino consigue su octava película en el estilo personal que le caracteriza, donde el humor negro, la carencia de moral y la violencia son plato principal. De hecho, Los odiosos ocho se suma al famoso género de los 60: el spaghetti western. De estética sucia pero, al mismo tiempo, cuidada y con personajes sin ética propia, esta película se amolda, poco a poco a un guión que va abriéndose como una flor en primavera. Eso sí, todo bien salpicadito de sangre.
La historia narra el encuentro de dos cazarrecompensas, John Hurt (Kurt Russell) y Marquis Warren (Samuel L. Jackson) y su encierro en una cabaña por culpa de una ventisca que asola la zona de Wyoming. Allí, se encontrarán con cuatro personajes totalmente desconocidos, con los que tendrán convivir hasta que la tormenta amaine. Sin embargo, los recelos comienzan a nacer, también debido a la presencia de la prisionera de Hurt, Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh). Lo más interesante llega conforme, a partir de las conversaciones, se van dando cuenta que quizá no sea tan fácil llegar enteros a Red Rock.
El propio guión se crea como un giro inesperado de acontecimientos constantes. Aunque de forma lenta, las historias individuales van saliendo a la luz descubriendo que no existen malos ni buenos. Los diálogos cargan con todo el peso del filme sin apenas acción por parte de los personajes. Una violencia verbal cargada de venganza, pero que consigue atrapar hasta lo más grotesco. Eso sí, sin olvidar el ya muy común humor cargado de chistes amorales.
Una buena historia no puede estar completa sin un elenco de actores que sepan soportar su peso. En este caso, la brillantez de los ocho actores principales que encarnan a los “odiosos” resulta deslumbrante. A modo de interpretación coral, se complementan los unos a los otros, de forma que los puntos negativos de uno se conviertan en beneficio del resto. Sin embargo, especialmente, Jennifer Jason Leigh resplandece como una estrella por encima del elenco masculino al completo. De hecho, consigue ser la más ruda, sucia y casi desagradable de todos ellos.
Una primera hora y media atractiva y otra segunda mitad apasionante. Con una violencia visual que va a enamorar a unos y espantar a otros, sin duda se observa una búsqueda del perfeccionamiento de sus anteriores títulos. De la mano de la fotografía, el ya constante Robert Richardson que consigue emular uno de los ambientes más lúgubres de las últimas películas de su director. Completa la ambientación la incomparable composición musical de Ennio Morricone (Django Desencadenado).
Con referencias El bueno, el feo y el malo, y grabado excepcionalmente en 70 mm para conseguir una ambientación más sucia, Los odiosos ocho consigue ser lo que todos esperábamos de ella: una historia plagada de mala leche y cargada de la ética más vorazmente absurda. Todo ello llevado al extremo. El propio Tarantino afirmó en una entrevista que el propio Marlo Brando se llevaría las manos a la cabeza si viese su película. Para los amantes incondicionales de su cine, se convertirá en un pequeño diamante, a modo de memorándum de sus mejores fórmulas fílmicas. Y porque sí, Tarantino lo ha vuelto a hacer.