Parece fácil constatar la evidente capacidad que tiene la música a la hora de estimular nuestras emociones. Igualmente resulta sencillo observar cómo la música en vivo hace que estas emociones se intensifiquen adquiriendo otra dimensión. Pero la música sin alterar, despojada de ornamentos y reducida a su mínima expresión se encuentra en otro nivel. Esta peculiar configuración musical tiene una fuerza singular y es capaz de provocar un profundo torbellino de sensaciones.
Nadie sabe con certeza por qué la música tiene un efecto tan potente en nuestras emociones. Sin embargo, lo cierto es que el trepidante baile con el que juega la música hace que un manto de emociones placenteras nos arrope. Muchas veces ni siquiera podemos reconocer qué emociones nos generan las diferentes tonalidades. Al mismo tiempo algunas piezas musicales pueden originar emociones intensas incluso cuando no podemos determinar qué clase de emociones son. Únicamente al experimentar estas sensaciones uno es capaz de entender un poco más el asombroso poder que posee la música.
El pasado viernes tuvimos la oportunidad de sumergirnos de nuevo en este enigmático universo de sensaciones. Esta vez fueron Paciente Cero los que tomaron las riendas de este viaje musical desnudando suavemente sus composiciones ante nosotros. Con sus herramientas de trabajo desenchufadas y en una pequeña sala de la tienda Fnac Castellana en Madrid, los músicos nos ofrecieron un concierto acústico que, sin duda, fue capaz de invocar el poder de la música y de este modo suscitar múltiples emociones en los presentes.
En un ambiente íntimo y familiar Paciente Cero interpretaron Llévame y Mentiras. Ambos temas fueron enlazados hábilmente por la banda conformando una atractiva combinación de melodías. Poco a poco los madrileños fueron desgranando algunas de las canciones de su reciente EP titulado Viene. Además, también hubo tiempo para disfrutar de composiciones de mayor antigüedad interpretadas en este formato tan especial. Así pues, dentro del repertorio y envueltos en la seductora sencillez propia del acústico sonaron los versos de Signos Clandestinos seguidos por las estrofas de Reverso.
Batería, guitarra, bajo y voz avanzaban en una acompasada coordinación de movimientos. Y enfrascados en esa sugerente danza los sonidos se desplazaban con armonía aterrizando sutilmente en nuestros oídos. Sumidos ya en esa cautivadora secuencia de canciones llegó el turno de Wrong way y Llanto de acuarela. El grupo se mostraba relajado y cada tema era presentado por Rafa entre bromas y sonrisas. Y es que la banda desprende un palpable entusiasmo y su naturalidad crea una agradable atmósfera rebosante de buenas vibraciones.
Terminaba la tarde en la capital y con ella llegaba la inevitable despedida. Los acordes de Solsticio invadían el lugar y esta bella canción ponía fin a un valiente y meritorio directo. Pero la aventura musical de este cuarteto no acaba aquí. Después de su exitosa actuación en formato eléctrico el pasado mes de enero en la sala Costello Club y de presentar su versión acústica a lo largo y ancho de Madrid, los músicos salen de su zona de confort y cargados con toda su artillería sonora se lanzan ahora a la carretera para compartir con el mundo todo su talento.