Retratar a una de las figuras más importantes del jazz, sentado entre Louis Armstrong y Duke Ellington, no es tarea fácil. Y menos cuando se trata del polifacético y genio de la trompeta, Miles Davis. Ante este reto se presenta el director Don Cheadle, en un doble ejercicio: dirigiendo y protagonizando la película Miles Ahead, su primer trabajo tras las cámaras y todo un reto delante de las mismas.
La historia busca ahondar en la vida del famoso músico en los años que desapareció de la música, en un contexto donde las drogas y la falta de inspiración embaucan la vida del artista. En este estado conocerá a un periodista (Ewan McGregor) que quiere escribir la historia de su vuelta, aunque no sabe que en realidad, nunca se ha ido del todo.
Lo mejor de todo el filme es que destila música por cada fotograma. No se puede contradecir que nos encontramos ante un producto que bebe del jazz y crece a partir de él. Las melodías de Davis mecen la película con el equilibrio perfecto, sin que parezca un biopic más centrado en las canciones que en el personaje. Con una primera mitad que mantiene la atención sin despegar el ojo de la pantalla, llega un momento dado en que toda la emoción baja de repente y entra en una vorágine de crisis existenciales que llegan a deformar el retrato del músico. Por no hablar de la mezcla irregular de elementos de “acción” pura y drama personal.
Cabe destacar la gran interpretación del protagonista, Don Cheadle (El Irlandés, Los Vengadores, En algún lugar de la memoria), que se funde a la perfección con la personalidad del músico. Una actuación brillante que demuestra la versatilidad del actor. Junto a él lo acompaña el siempre genial Ewan McGregor (Big Fish, Moulin Rouge, La Guerra de las Galaxias), con un personaje en la línea entre la bondad y la búsqueda masiva del éxito.
Nos encontramos ante un producto con muy buena intención, que se observa en muchos detalles, pero con un resultado no tan preciso. La finalidad de ahondar en la imagen de Miles Davis se termina perdiendo en esa mezcla extraña con los títulos mafiosos de los ochenta. Una película que, sin embargo, escucharla resulta una delicia, ya que cuenta con los temas más famosos del músico para su uso y disfrute. Una lástima que la percepción más positiva sea la del oído y Cheadle haya usado más la razón que el corazón.
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