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Pixies o el descafeinado regreso de un grande

Para los amantes del rock de los 90 decir Pixies es decir talento, genialidad, revolución, libertad y uno de los más grandes grupos de todos los tiempos. 2016 nos trae su nuevo álbum con doce canciones escondidas bajo el titulo de Head Carrier. Con él girarán por Europa para presentarlo y con él aterrizarán en Barcelona el próximo 20 de noviembre.

Tratando de justificar con nuevo material sus más de doce años casi ininterrumpidos, de oficio, los Pixies están de vuelta, empeñados en recordarnos el porqué de su grandeza. Para ello han estado seis semanas encerrados en un estudio de Londres, junto a Tom Dalgety como nuevo productor y con un trabajo mezcla de surrealismo, psicodelia, disonancia y surf rock.

Sin embargo todo comenzó mucho antes. Eran los 80, cuando el cantante, compositor y guitarra Black Francis y el guitarrista Joey Santiago, decidieron crear en Boston una formación de rock mientras compartían habitación en la Universidad de Massachussets. Ambos apasionados de la música aunque no virtuosos instrumentistas, publicaron un anuncio en búsqueda de un bajo para su incipiente proyecto musical. La única que se presentó fue Kim Deal. Ya sólo faltaba el batería y David Lovering cubrió la vacante.

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Una palabra elegida al azar en un diccionario fue lo que dio el nombre al grupo. Pixies que en inglés significa “duendecillo” o “pequeño elfo malicioso”  les pareció perfecto. La desgarradora, enfermiza y salvaje voz de su líder Black Francis se soldaba indisoluble a la sobria ejecución de Kim Deal al bajo. Todo ello unido a la peculiar manera de tocar la guitarra, de Joey Santiago y a la potente batería de David Lovering dio cuerpo y consistencia a sus temas. Canciones abrasivas, sonoridades atmosféricas, texturas noise-rock y letras surrealistas y sin sentido, en pegadizas melodías pop que marcaron un antes y un después en la década de los noventa.

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Su discografía está llena de grandes títulos como Bossanova del año 1990, Trompe le Monde del 1991 o los maravillosos Surfer Rosa y Doolitle, dos trabajos que se hacen imprescindibles para entender la historia del rock y de la música actual. Y es que ellos siempre fueron libres para hacer aquello que les venía en gana, pagando por ello un alto precio pues su libertad recorría un camino radicalmente diferente al del mercado y las discográficas. Para las generaciones que crecieron con la película “El club de la lucha” la canción Where is My Mind se convirtió en un himno sonoro de cuatro minutos sobre un mundo a punto de colapsar, con el grito desgarrador de Frank, como banda sonora de una nueva era. Así eran los Pixies, descaradamente apabullantes.

Tristemente las malas relaciones entre Kim Deal y Black Francis terminaron rompiendo el grupo. Las cosas no funcionaban como debían. Kim estaba frustrada porque Francis se negaba a permitirle componer para el grupo y cada vez aparecían menos canciones suyas en los discos. En varias ocasiones, se tomaron largos períodos sabáticos y finalmente, Francis comunicó a sus compañeros a través de un fax que había disuelto el grupo.

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Su inconfundible estilo ejerció gran influencia sobre muchas de las bandas de rock de la escena grunge y alternativa de principios de la década de 1990. El uso de melodías suaves durante las estrofas, sus agitadas explosiones, gritos y las guitarras distorsionadas al extremo fueron el paradigma para todas aquellas bandas que posteriormente incluirían el sonido noise entre sus temas.

Sin Iggy Pop y los Stooges, sin Lou Reed y la Velvet o sin Dick Dale o Pere Ubu no habrían existido los Pixies. Del mismo modo sin los Pixies gran parte de los grupos de la década de los 90, como Nirvana, Weezer, Radiohead, Pearl Jam o Pavement no habitarían el mundo musical. Es por ello una verdad incuestionable que estamos ante una de las bandas más influyentes de la historia del rock.

Conocedores hoy de la expectación que generan entre su público, los Pixies han lanzando un nuevo álbum. Head Carrier ya está disponible en el mercado desde el pasado 30 de septiembre, comercializado a través del sello Play It Again Sam.  

 “Somos músicos, nos reencontramos en el 2004, tocamos algunos ‘shows’ y todo el mundo era como ‘¡yeaaaah, toquen más conciertos… yeeeeeah, más conciertos!’, y luego todos otra vez ‘yeeaaaaah’… ¡hicimos eso por diez años! ¿Sabes? Así que finalmente dijimos: ‘vamos, tenemos que hacer canciones nuevas… Vamos, hagamos un disco, ¡vamos!»

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Ahora con su nuevo trabajo nos dejan un sabor agridulce. Head Carrier suena a muchas cosas, recordando en la primera parte del disco el salvajismo que les ha distinguido como seña de identidad, pero perdiendo intensidad a medida que avanzan los minutos.

En temas como Classic Masher nos dejan saborear parte de su mejor pop y en Baal’s Back rescatan a esa banda que todos admiramos, cobrando especial fuerza cuando Joey Santiago aprieta la guitarra y con sus explosivos riffs pretende perforar nuestras emociones. Talent es quizás uno de los mejores cortes de este trabajo y nos anima a ser escuchado en bucle mostrando de nuevo toda su grandeza. La presencia de Paz Lenchantin ya como miembro de pleno derecho del grupo y remplazo oficial de Kim, añade un extra de dulzura en la línea más pop de la agrupación. Temas como Might As Well Be Gone o Bel Esprit recogen las voces de Paz y Black Frank en un juego de alternancias sonoras.

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Desgraciadamente terminan aquí los halagos. A partir de la mitad del vinilo la crítica encuentra hueco para sacarles los colores y es que lamentablemente el disco desciende de nivel y va perdiendo calidad y energía como si se les hubieran acabado las buenas ideas. En Tenement Song o Um Chagga Lagga pierden la garra y la energía que de ellos se espera terminando con la aburrida Plaster Of Paris y el más que flojísimo surf rock de All The Saints, un corte totalmente descafeinado.

Head Carrier es un regreso esperado, pero honestamente no está a la altura de lo que anteriormente hicieron en los noventa, con discos que los colocaron por derecho, como una de las mejores bandas del universo.

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Igual que a los héroes también a los grandes de la música se les presupone el valor, pero una vez más el marketing gana a la osadía y el talento se sumerge entre la acomodación de la fama. Ellos volverán a subirse a los escenarios y quizás habrá que disfrutarlos sin pretensiones ni exigencias. Ya han regalado a la música cuatros discos que son en sí mismos obras maestras y por justicia tienen derecho a vivir de ellos.

A veces se nos olvida, que simplemente es imposible mejorar lo que ya de por sí era perfecto.

 Playlist de Head Carrierpixies-head-carrier

Head Carrier

Classic Masher

Baal’s Back

Might As Well Be Gone

Oona

Talent

pixies-videoTenement Song

Bel Esprit

All I Think About Now

Um Chagga Lagga

Plaster Of Paris

                                                                                    All The Saints

 

 

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