Gracias a la organización de la 49 edición del Festival de Sitges, pudimos visionar Arrival, la nueva película de Denis Villeneuve protagonizada por Amy Adams que no llegará a los cines de Estados Unidos hasta principios de noviembre, así que no queríamos dejar pasar la oportunidad de escribir una crítica de la película.
Sinopsis
Louise Banks (Amy Adams) es una lingüista de gran prestigio que intenta superar la muerte de su hija. Un día el gobierno estadounidense la recluta para ir a Montana, uno de los doce lugares del mundo donde se han aparecido naves alienígenas. El gobierno también reclutará a Ian Donnelly (Jeremy Renner), un renombrado físico teórico. Ambos representarán el ying y el yang de un equipo que intentará comunicarse con los alienígenas para saber cuál es su propósito en la Tierra.
Crítica
El guion de Arrival está basado en un relato llamado Story of Your Life de Ted Chiang, un escritor que no por nada ha ganado varias veces un premio que lleva el nombre de Asimov. Y es que, a diferencia de otros ejemplos más recientes como Los Juegos del Hambre, que son más representativos de una ciencia ficción social, Arrival nos narra una historia que nos recuerda a esa ciencia ficción pura relatada por Isaac Asimov o la misma Mary Shelley, basada en datos científicos (ficticios claro) y cuyo fin es más humanístico que de entretenimiento.
Quizás aquí rompamos un poco la campaña de marketing que promociona la cinta y desilusionemos a algunos lectores, pero Arrival no es la película de ciencia ficción a la que estamos acostumbrados. Su guion, como ya decíamos, está lleno de conceptos científicos, lingüísticos, planteamientos filosóficos y ¡horror! hará pensar al espectador. De hecho, el film se sustenta en la concepción del lenguaje como algo más que una herramienta de comunicación, sino como un elemento que define nuestro mundo. Es decir, dependiendo del lenguaje que usemos, nuestro mundo será de una forma u otra y el film nos transmite la idea de que si llegamos a conocer con profundidad un idioma, podremos llegar a conocer en profundidad a los que lo usan. En este caso, los alienígenas que han llegado a la Tierra. Por si fuera poco, a esto se le añade una concepción del tiempo no lineal que enrevesará aún más las cosas.
Sin embargo, no hay riesgo de que el espectador no entienda lo que sucede en el film porque, en su mayor fallo, el guion está dotado de una gran sobreexposición de los hechos que acontecen. “No quiero que el espectador medio se pierda”, parece que pensó el guionista Eric Heisserer, una vez más Hollywood no confía en la inteligencia de sus espectadores y es inevitable que nos sintamos un poco insultados.
Por otro lado, la clave del film reside en jugar al despiste y llevar al espectador en una dirección cuya meta parece ser una guerra de los mundos más, para golpearlo de lleno de forma inesperada tomando el rumbo más humanístico del que hablábamos antes. Aquellos que acepten ese cambio de dirección gustosamente, disfrutará del final, los que no, se sentirán engañados y se quedarán con la sensación de que les falta algo.
Finalmente, como el film se mueve entre escenas de alto contenido intelectual y escenas de alto contenido emotivo, para ese equilibrio se necesitaba un director que pudiera dominar ambas, y en nuestra opinión acertaron de lleno al otorgar esta misión a Denis Villeneuve. El cineasta se mueve como pez en el agua entre los planos de personajes con escafandras en atmósferas alteradas y las escenas más íntimas entre el personaje de Amy Adams y su hija pequeña. Un talento que cuesta ver hoy en día en un director de cine.