cine, críticas de películas
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‘Las furias’: el loco retrato de una familia «normal»

Tras muchos años en los escenarios, Miguel del Arco debuta con la carta de presentación perfecta: Las furias, un drama que engloba las relaciones familiares y personales. Los propios conflictos que crecen en torno a los individuos y la incapacidad para actuar cuando se tiene la propia solución ante las narices. Una fotografía de los recuerdos, las carencias y la soledad. Pero sobre todo una película que gira en torno al miedo sin tener nada que ver con ella. Miedo a querer y a dejar de hacerlo. Miedo a lo nuevo y a lo viejo. Miedo a los otros, pero sobre todo a los que uno tiene más cerca. Miedo a los sueños y al querer ser. Miedo y ya está.

Tras numerosos acontecimientos, Marga, una mujer de sesenta años, decide reunir a sus tres hijos para anunciar que va a vender la casa familiar de verano. Ante esta situación se llega a un acuerdo: se realizará el último encuentro en este lugar para recoger las cosas y despedirse de los recuerdos. El hijo menor, Héctor, aprovechará esta situación para casarse con la mujer que lleva más de quince años viviendo. Un evento colmado de misterios y preguntas sin respuestas para todos.

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Las furias se convierte así en un bocado amargo a la realidad interior de cada uno, rebuscando en cada esbozo y profundizando en un mar de secretos y mentiras. Un relato brillante sobre una familia de desconocidos que ha crecido a la sombra de unos padres poco preocupados por el futuro de sus hijos. Presentado de forma coral, la armonía dentro de la angustia general resulta indudablemente bien llevada, junto a un guión cuyos diálogos tienen, en muchas ocasiones, un ligero toque de magia teatral.

Lo completan una espléndida fotografía de Raquel Fernández Nuñez, cuya paleta se complementa a la perfección con el ambiente y aura de cada uno de los personajes de la pantalla; amenizado todo esto con una banda sonora instrumental compuesta por Arnau Vila. Con todo esto, la ópera prima de Miguel del Arco nos invita a la reflexión continua, bajo un telón de normalidad. Porque, al igual que ocurre en la vida real, toda familia tiene sus pequeñas rencillas. De ahí la importancia de saber mirar dentro de uno mismo. Nunca se sabe dónde podrán esconderse esas rencorosas damas de la venganza.

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