Después de pasar por el festival murciano WAM, Niños Mutantes tenían una importante cita con el público madrileño. Así, el sábado pasado los granadinos llegaban al Ochoymedio Club de Madrid (Sala BUT) para presentar su nuevo disco titulado Diez. Un álbum con un significado especial para el grupo porque nace en uno de los momentos más delicados de su carrera musical. En 2016 la formación andaluza festejaba su 20 aniversario con Mutanciones, un disco de versiones elaborado con cariño por grandes artistas y amigos de la banda. Un emocionante homenaje que continuó con un concierto en la sala La Riviera de la capital. Todas las sensaciones derivadas de esta celebración llegaron a sobrepasar a los músicos. De tal manera que ese torbellino de sentimientos estuvo a punto de arrollarles por completo. La banda vivió una gran discusión que casi acaba en separación. Pero la música era algo por lo que merecía la pena seguir adelante y decidieron seguir luchando por ella. Su amor por la música les salvó y Diez es el disco protagonista de esta salvación.
Con estos antecedentes Juan Alberto, Andrés, Miguel y Nani saltaban al escenario del Ochoymedio acompañados por Alonso Carmona de Napoleón Solo. Alonso se ha incorporado a esta gira integrándose perfectamente en la dinámica del grupo. Un nuevo fichaje que ayuda a incrementar la contundencia del directo de Niños Mutantes.
Menú del día fue la canción elegida para empezar a alimentar nuestras ganas de escuchar las nuevas canciones en vivo. Un inicio potente con el que la adrenalina comenzaba a fluir. Poco después el ritmo de las guitarras nos llevaba a los paradisíacos parajes de Costa Rica. Así, las estrofas de Pura Vida nos envolvían en la belleza de la naturaleza. Siguiendo la estela de este poderoso arranque, el compás de Las Noches de Insomnio servía para continuar con la descarga de adrenalina y evidenciaba que las gargantas de los presentes ya estaban totalmente preparadas para corear las letras sin descanso.
Hermana mía y La puerta nos encaminaron hacia la palpitante melodía de Náufragos. Lo cierto es que las buenas vibraciones estuvieron presentes en el ambiente desde el comienzo del espectáculo. Sin duda, los numerosos espectadores que abarrotaban el lugar habían acudido allí dispuestos a disfrutar al máximo de la música y lo estaban haciendo desde el primer minuto. A su vez, la naturalidad con la que los veteranos músicos se mueven sobre el escenario fortalece la conexión con el público. La complicidad traspasa el escenario e inunda la pista sin ninguna dificultad.
Era el momento de seguir explorando los sonidos del nuevo disco. De este modo nos sumergimos de nuevo en ese viaje poético gracias a los versos de El instante. Recorrimos Glaciares y Volcanes. Sobrevolamos Islandia y acabamos aterrizando en Granada. Nos movíamos entre el aire gélido y el calor ardiente. La música nos invitaba a liberarnos de lo negativo. Y con las pilas bien cargadas la armonía de Balada del hombre libre nos animaba a perseguir la libertad. Los aires rockeros, la apasionante ejecución instrumental y la fuerza presente en la voz de Juan Alberto invadían cada rincón. Al mismo tiempo la sucesión de sonrisas y muestras de afecto sobre las tablas parecían confirmar ante nuestros ojos la conocida reconciliación de la familia mutante.
Atravesábamos el ecuador del show guiados por el contagioso estribillo de Te favorece tanto estar callada. Y dentro de este completo repertorio, la siguente tanda de temas compuesta por No continuar, FGL y Barronal tomaba hábilmente el relevo y aderezaba con su cuidada lírica esta parte del concierto. Entonces llegaba el turno de NM. Una canción que nos habla abiertamente de la crisis vivida en estos últimos tiempos por el grupo. “Hemos tenido un año complicado. Cosas que pasan hasta en las mejores familias. Ha sido duro, pero nos dimos cuenta de que a pesar de todo las canciones nos unen”, explicaba Juan Alberto.
A continuación Caerán los bancos, Empezar de cero y Jovencita fueron recibidas por los presentes con fervor. Dirigiéndonos con paso firme hacia la recta final de la noche, Salmo tuvo el honor de ser la última canción de Diez que sonó en el recinto. Hay que mencionar que a lo largo de la velada Niños Mutantes nos deleitaron con una entusiasta interpretación de todas las canciones que forman parte de Diez. Canciones que en directo ganan intensidad y suponen un potente chute de energía. Los granadinos renacen en esta nueva etapa desprendiendo cierta frescura. Algo que algunos de sus seguidores también han percibido. “Curiosamente con este disco se está acercando mucha gente para decirnos que les gusta. Y muchas personas nos dicen que se parece al primero”, comentaban los músicos durante la actuación.
Con Hundir la flota y Todo va a cambiar el grupo se despedía por primera vez. Pero tras una breve pausa, Niños Mutantes reaparecían para ofrecernos un trepidante tramo final. Entre los bises hubo hueco para una composición dedicada especialmente a todos aquellos que siguen a la banda desde sus inicios. “Porque sin vosotros nada de esto sería posible”, señalaba Juan Alberto antes de comenzar a interpretar Veneno Polen. Sumidos en este tono nostálgico No puedo más contigo daba paso al himno mutante por excelencia. Y así Errante transformó la sala en una fiesta a la que se sumaron las voces de todos los asistentes. Los músicos parecían despedirse definitivamente. Sin embargo, situados en la parte delantera del escenario, los artistas decidieron regalarnos una canción más. Con Nani jaleando animadamente al público, los de Granada cantaron juntos La Voz. Un cierre redondo para una noche en la que fuimos testigos, una vez más, del maravilloso poder de la música.