Hace tres años que Darren Aronofsky dirigió su última película, Noé, una adaptación de la historia bíblica que supuso un fracaso para la crítica. Hace siete años que dirigió Cisne negro, thriller psicológico sobre una bailarina de ballet, que ganó el Oscar a Mejor Película. Ahora Aronofsky nos presenta el relato aparentemente sencillo de madre!, que promete no dejar indiferente a nadie.
En madre!, Jennifer Lawrence interpreta a una chica que vive en una gran casa de campo con su pareja, un escritor con bloqueo creativo interpretado por Javier Bardem. La chica vive feliz enfrascada en el trabajo de restauración de la casa, pero todo cambiará cuando se presenten en su puerta una pareja (Ed Harris y Michelle Pfeiffer) que dicen ser profundos admiradores de su marido.

Foto propiedad de Paramount Pictures y Protozoa Pictures.
Con esta película, Aronofsky ha construido un relato alegórico con apariencia de thriller psicológico. Somos conscientes de que la película se ha promocionado de este modo, así que creemos conveniente avisar a aquellos lectores que vayan al cine con expectativas de experimentar el tipo de tensión característico de este género, que probablemente salgan de la sala decepcionados. El diseño de sonido y la forma de rodar la película pretenden crear ese aspecto de thriller, con una cámara que se mueve nerviosa de un sitio para otro y la cámara subjetiva en Jennifer Lawrence, para cegar al espectador a todo aquello que ocurra fuera de su punto de vista y, por tanto, infundir así el sentimiento más primitivo de suspense. Pero el relato en sí no se mueve en esos parámetros y tampoco el sistema minimalista de alternar primeros planos y planos medios, que se llega a hacer algo repetitivo hacia la mitad del metraje.
Como decíamos antes, madre! es un relato alegórico cuyo propósito no es otro que trasladar una moraleja al espectador. Así, cada pequeño evento tiene un significado oculto y si el público es paciente, conforme va avanzando la película podrá ir hilvanando su simbolismo y la forma en la que los distintos elementos cobran sentido unidos. Con el propósito de realizar esta crítica nos vemos obligadas a analizar algunos de ellos, avisados quedan los que no quieran conocer más detalles sobre el argumento.

Foto propiedad de Paramount Pictures y Protozoa Pictures.
Para un hombre que afirma no ser religioso, Aronofsky parece bastante fascinado con la Biblia. Ya dejó patente esta fascinación con la realización de Noé y ahora con el guion de madre! vuelve a los relatos bíblicos para explicar la historia de la humanidad. Ante la duda de algunos de que este film sea un panfleto religioso, el director ha afirmado en una entrevista al The New York Times que piensa en las historias de la Biblia como en los mitos griegos: son los relatos más antiguos que existen y si en vez de discutir sobre su veracidad, los vemos como mitología, podemos aprender mucho de ellos.
En cualquier caso, de la adaptación de estos relatos bíblicos, probablemente sea lo más destacable su forma de mostrarnos a un dios totalmente enamorado de su obra y del amor que le profesa y, por consecuente, su total disposición a perdonarle cualquier fallo que cometa. Esto y la forma en que Jennifer Lawrence consigue que ni esos primerísimos planos muestren fisuras en su interpretación, con un papel en el que por primera vez nos muestra su faceta más vulnerable, son los elementos más remarcables del film.

Foto propiedad de Paramount Pictures y Protozoa Pictures.
Pues si bien el enfoque del argumento es sumamente original y destila la ambición y la extraña creatividad a las que Aronofsky nos tiene acostumbrados, podemos afirmar sin lugar a dudas que esta no es una de sus mejores películas y el mensaje que quiere transmitir quizás se diluya en los artificios con los que la lleva a cabo, que no es otro que el de hacernos recordar las atrocidades que hemos cometido contra el medio ambiente. Sí, ¿quién iba a decirlo, verdad? Darren Aronofsky ha realizado una película sobre el cambio climático. Quizás este hubiese sido un mejor aliciente o, mejor dicho, un reclamo más sincero para que el público acudiera a las salas de cine a verla.
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