Ya hemos llegado al ecuador del Festival de Sitges y afortunadamente, el número de películas destacables sigue ganando la partida a los títulos prescindibles y, en ocasiones, bastante decepcionantes. De esta primera mitad del festival nos quedamos con tres films en particular: lo nuevo del inquietante Yorgos Lanthimos (The Killing of a Sacred Deer), el debut en la dirección de Taylor Sheridan (Wind River) y una obra de arte llamada Loving Vincent.
Wind River: a la caza del thriller perfecto
Taylor Sheridan debuta en la dirección con esta película de suspense en la que seguimos los pasos de un veterano cazador (Jeremy Renner) y una agente novata del FBI (Elizabeth Olsen) en su investigación del asesinato de una chica nativo americana, cuyo cuerpo aparece en la nieve en extrañas circunstancias.
Sheridan utiliza ese ambiente gélido y salvaje para construir un thriller que nunca pierde el ritmo y en el que la tensión no hace más que acumularse gota a gota hasta su resolución final. El director tejano ya demostró en Sicario o Comanchería (nominada al Oscar a mejor guión y mejor película) que sabe bien que la clave para atrapar al espectador en la trama es que empatice con sus personajes. Y para crear esta empatía recurre a una forma de hacer cine de la vieja escuela un tanto olvidada y que muchos añoramos: dejar que sus protagonistas no sean meros autómatas y, de vez en cuando, conversen. Un recurso sencillo y harto abandonado en estos tiempos modernos en el que cada minuto cuenta y que empleado con la mano izquierda con la que escribe Sheridan, no solo da frases para el recuerdo, sino que consigue que el público se meta en la cabeza de los protagonistas y les siga fielmente allá donde vayan.
Y en Wind River vamos hacia un film en el que el caso del asesinato de una chica nativo americana sirve también para tratar un tema político de importancia para el director: el abandono por parte del Gobierno central de las reservas indias. De hecho, expresó en el Festival de Cannes su desprecio por la manera en la que trata la administración a ese estrato demográfico y con la película nos recuerda que ni siquiera se guarda un registro de las mujeres desaparecidas de esta etnia. Un matiz político que nunca falta en los guiones de Sheridan y que enmarca este film cuya guinda es la banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis.
Loving Vincent: ¿qué mató a Vincent Van Gogh?
Años después de la muerte del famoso pintor, un joven llamado Armand Roulin intenta encontrar al hermano de Van Gogh y entregarle la carta que escribió el día anterior a su suicidio. En esta misión, no solo descubriremos posibles alternativas a la versión oficial de la muerte del pintor, sino que se nos abrirá una puerta a su alma.
Aunque el dato que se utiliza para llamar la atención del público sobre Loving Vincent es que es la primera película en pintarse a mano en la historia del cine, con un equipo de cien artistas pintando al óleo los fotogramas al estilo de Van Gogh, y esto indudablemente la convierte en un hermoso espectáculo visual, no es este elemento lo que hace que esta película de animación sea extraordinaria. Lo que consigue que Loving Vincent sea una película redonda es que su guion se aleje del manido biopic y se acerque al estilo de una historia de detectives, intentando resolver el supuesto caso cerrado de la muerte de Van Gogh.
Así, una vez despertada la curiosidad del espectador, los distintos testigos y posibles sospechosos irán revelando datos de su aciaga vida que nunca transcendieron al gran público y que nos aproximarán cada vez más a la esencia de Vincent, sin importarnos ya que fue de Van Gogh.
The Killing of a Sacred Deer: la inmoralidad de la justicia
The Killing of A Sacred Deer se llevó el Premio a Mejor Guion en el Festival de Cannes y en ella Yorgos Lanthimos nos presenta a Steven Murphy (Colin Farrell), un distinguido cirujano y entregado padre de familia que oculta un secreto: a veces, queda con un adolescente. Estas reuniones acabarán poniendo a Steven en un imposible dilema moral.
The Killing of a Sacred Deer es un corte al bazo y otro al subconsciente. El sentimiento de incomodidad se va colando poco a poco en la mente del espectador a medida que las piezas del puzle van encajando, con un Lanthimos retorcido hasta en su sentido del humor. La familia del doctor Murphy, aparentemente perfecta, poco a poco se va hundiendo en el extraño juego de poder bajo el que se ven sometidos y el público se va derrumbando con ella.
El guion es quirúrgico y aséptico hasta en la forma que lo enuncian sus intérpretes, con un Colin Farrell y una Nicole Kidman destacables. Pero quizás el problema de este film sea que Lanthimos se empeña tanto en explotar cada variante que podría tomar la trama, que el metraje al final acaba sintiéndose un poco prolongado. Por supuesto, cabe advertir que, al igual que el resto de filmografía de Lanthimos, esta película no es para todos los públicos, pero se disfrutará si se conecta con la búsqueda emocional en la que quiere embarcarnos el director griego.
En No Submarines seguiremos informando desde el Festival de Sitges para traeros nuestras críticas de las películas más destacadas de la programación, ¡no olvidéis seguirnos por las redes sociales para no perderos nada!