Parece ser que ni Christopher Cantwell, ni Christopher C. Rogers tenían claro qué querían contarnos con Halt and Catch Fire cuando AMC dio luz verde a la serie. Ahora, tras cuatro temporadas y habiendo visto el desenlace nos alegramos de haberlos acompañado durante su proceso de descubrimiento.
Ambientada en los inicios de la era informática y sus incipientes avances en el mundo de los ordenadores personales de los años 80 en el Silicon Prairie de Texas hasta la eclosión de Internet de los 90 ya en California, hemos sido testigos de las luchas laborales y personales de este grupo de ingenieros y programadores informáticos; la historia de éxitos y fracasos de un grupo de soñadores-revolucionarios que hemos acabado por hacer nuestra. Porque, más allá de chips y códigos BIOS, no es necesario ser un experto del campo informático para conectar con la historia humana de su relato.
Tras la emisión del final de la serie en Estados Unidos el pasado 14 de octubre, el New York Times publicaba este estupendo artículo de James Ponikwozik sobre Halt and Catch Fire y cómo la serie había logrado hacer del fracaso (el de sus protagonistas) su éxito (el de la serie). Porque, ¿qué es la vida sino eso?: unas veces se gana y otras se pierde. Y de esto nuestros protagonistas entienden. Más aún teniendo en cuenta el sector tan competitivo en el que trabajan y sus continuos avances: desde la creación del prototipo Giant a la eclosión de Mutiny y su abrupto final son una muestra de ello en la tres primeras temporadas.
Pero más allá de éxitos y fracasos, en No Submarines hemos querido ahondar en la idea de cómo la serie ha conseguido que lleguemos a conectar con esta historia a través del anhelo y búsqueda de conexión de sus protagonistas principales: Cameron Howe (Mackenzie Davis), Donna Clark (Kerry Bishé), Joe MacMillan (Lee Pace) y Gordon Clark (Scoot McNair). En las temporadas anteriores esta idea quizá se presentaba de forma implícita en su narrativa, pero en esta última y final ha sido la central y protagonista, y ha acabado por resignificarlo todo (además del gran guiño que proporciona la conexión a Internet y el sector en el que están todos inmersos en lo laboral en la temporada).
La cosa que llevó a la cosa
Si habéis llegado hasta aquí es porque imaginamos que lleváis la serie al día como nosotras. Pero no está de más avisar que a partir de aquí se revelarán algunos detalles de la cuarta temporada y final de la serie.
Halt and Catch Fire siempre ha sido una serie coral, pero no fue hasta que sus creadores viraron el punto de interés hacia sus personajes femeninos y su proyecto común con Mutiny (en la segunda temporada) que las dinámicas de todos ellos empezó a funcionar, haciendo de Cameron y Donna el anclaje emocional de la serie. El personaje de Joe fue uno de los principales damnificados (¡otro antihéroe más no, por favor!), pero alejarlo de la trama principal en su segunda temporada para, con el tiempo, volver a tener su lugar en el juego ya a lo largo de la tercera temporada ha hecho que la coralidad buscada acabara funcionando. Una en la que todos tienen la misma importancia y protagonismo.
Esta última temporada presenta un nuevo paradigma entre las dinámicas de todos ellos. Es 1993 y Donna, que sigue siendo asociada en AGGE junto a Diane (Annabeth Gish), rivaliza ahora con la empresa de su exmarido Gordon y su amigo y socio Joe en la creación del buscador de Internet definitivo. Mientras, a Cameron la tenemos de regreso a California (tras su estancia en Tokio y ruptura con Tom) con la intención de que su último videojuego llegue a distribuirse.
Lejos de repetir errores del pasado, vemos como la nueva relación de Joe y Gordon funciona. Forjada en una amistad que han ido labrando durante estos años, su proyecto común con Comet va mucho más allá de una relación laboral. Haley, la hija (menor) adolescente de Gordon y Donna, entra a formar parte de la misma compañía por petición del mismo Joe, tras ver su potencial (Comet se basa en el «Haley’s Comet» que ella misma creó para indexar páginas). También vimos a Gordon preocupado por su amigo cuando Cameron y Joe vuelven a reconectar e inician de nuevo su relación. Gordon es amigo de ambos y todos sabemos como había resultado en su pasado. Pero ni Joe, ni Cameron son los mismos, como tampoco la situación en la que se encuentran.
Será a partir del octavo capítulo, tras la muerte de Gordon, uno de los detonantes para algunas de las resoluciones y nuevos rumbos para el resto de personajes. En el caso de Joe, la muerte de su socio y amigo sumado al fracaso que acabó por ser Comet frente competidores más potentes y la ruptura con Cameron, hicieron de la huida su mejor salida. Joe siempre ha sido descrito como un tipo que, cuando ha podido, ha huido buscando nuevos retos. Esta vez, más que una huida ha sido una vuelta a casa, a su ciudad natal (y sede de IBM) y esta vez, dando clases en la universidad.
La conexión esperada
La reconexión más esperada de la serie es la de Cameron y Donna. Como decíamos antes, la serie forjó en ellas su base emocional a partir de la segunda temporada. Y a través de ellas vimos nacer ese tipo de conexión tan especial. Podrían parecernos muy distintas (no olvidemos que entre ellas hay una diferencia de edad de unos diez años), pero ambas estaban igual de comprometidas en el proyecto de Mutiny. Es por ello que el golpe que supuso el final de su matrimonio laboral y seguir viéndolas apartadas durante gran parte de última temporada acrecentó entre nosotros esa sensación de desazón.
Cada pequeño detalle que podría ser considerado un avance en su posible reconciliación lo vivimos primero a través de Pilgrim, el videojuego de Cameron que Atari acabó descartando por ser de difícil resolución y no encajar con los nuevos estándares de jugadores. Ver a Donna jugar y pasarse cada una de las pantallas del videojuego, resultó de los más emocionante: ¿quién mejor que ella para entender cómo funciona algo diseñado por Cameron?. No fue hasta el octavo capítulo que como espectadores obtuvimos la recompensa de ver una reconciliación entre ellas. La muerte de Gordon afectó a ambas y su duelo ayudó a que dejaran el pasado en el pasado.
Pero el mayor regalo que nos dejó Halt and Catch Fire se hizo esperar hasta el final (o casi). Diane se retira de AGGE y cede su lugar como socia mayoritaria a Donna que, en un bonito gesto de recuerdo del primer proyecto que hizo junto a Gordon, renombra la empresa Symphonic.
El caso de Cameron es bien distinto, y tras soportar algunos meses yendo a reuniones y entrevistas imposibles buscando clientes para sus ideas decide dejarlo, darse un tiempo y viajar para meditarlo. Antes de irse, realiza su última parada en casa de Donna para despedirse… Y a partir de ahí nos encontramos ante los mejores 30 minutos que dejó el último capítulo. No pensábamos que fuéramos a celebrar tanto unas palabras como «tengo una idea». Sinceramente, poco nos importa en qué vayan a estar trabajando Cameron y Donna mientras vuelvan a trabajar juntas. Ese fue el hábitat en el que se conocieron y en el que las vimos crecer. ¿Qué podría ir mal ahora?
A veces, en las situaciones más insospechadas y con la gente menos esperada, las ideas fluyen y la conexión con el otro es instantánea. Y casi sin tener que articular palabra la otra persona sabe qué estás pensando. Cuántos hemos estado en esta misma situación. Lo que nos ha maravillado ha sido verlo plasmado en Halt and Catch Fire.
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