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Los personajes del cine que nos ponen los pelos de punta

No sería Halloween en No Submarines sin un artículo de la redacción al completo para celebrarlo. Hace dos años os recomendamos películas que ver en esta terrorífica fecha y el año pasado inauguramos nuestra sección de Series repasando grandes capítulos especiales de Halloween. Este año nos hemos reunido para confesar nuestros mayores miedos y hablar de esos personajes del cine que consiguen ponernos los pelos de punta con solo nombrarlos. ¡Bienvenidos a nuestro particular circo de los horrores!

Annie Wilkes (por Verónica Ortego)

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Annie Wilkes es una enfermera retirada que vive apartada del mundo en Colorado. Un día rescata a un hombre que ha sufrido un accidente de tráfico y le lleva a su casa con la intención de cuidarlo hasta que pase el temporal de nieve. Allí descubre que se trata de Paul Sheldon, autor de las novelas de Misery Chastain, de las que es fanática. Pero Misery muere y, voilà, Paul está jodido. ¿El culpable? Stephen King. Wilkes pertenece a la novela Misery, que se publicó en 1987. Mas tarde, fue William Goldman el guionista encargado de adaptar la historia al cine. La película se estrenó en 1990.

«I’m your number one fan. There’s nothing to worry about. You’re going to be just fine. I will take good care of you. I’m your number one fan.»

Interpretada por Kathy Bates, Annie es una de las mejores villanas que se han visto en la gran pantalla. ¿Carta de presentación? Sociópata, perturbada, obsesiva, y asesina maquiavélica y despiadada. Su entidad y presencia supera con creces a la del protagonista, el supuesto héroe al que debemos nuestra empatía. Solo necesita un mazo -como sustituto del hacha y el soplete en el libro-, para apropiarse de la película en una sola escena, en un plano. Y es que toda la fuerza como personaje icónico dentro del terror clásico reside en su determinación. No es que no tenga nada que perder, es que está dispuesta a hacerlo. De Oscar.

Anne Stewart (por Alicia Germán Díaz)

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Isla de Jersey, 1945, Grace Stewart (Nicole Kidman) vive en un caserón aislado con sus hijos Anne y Nicholas y tres sirvientes. Como los niños padecen una terrible alergia a la luz solar, la casa se rige bajo una estricta regla: nunca se abrirá una puerta si no se ha cerrado la anterior. Sin embargo, el caos empezará a colarse en el hogar con la llegada de unos entes misteriosos.

Los otros (2001) fue la primera película que dirigió Alejandro Amenábar con un reparto internacional y supuso su asentamiento como director de prestigio. Con ella se propuso relatar una historia de fantasmas al estilo más clásico sobre el miedo a lo desconocido, jugando con la imaginación del espectador y no su miedo a un monstruo aterrador.

He de reconocer que nunca he sentido fascinación por las películas de miedo y siempre me he mantenido bastante al margen del género, quizás sea por eso por lo que Los Otros fue la primera película de miedo que vi de principio a fin (a mis doce años) y Anne Stewart (interpretada por Alakina Mann) el primer personaje que consiguió ponerme los pelos de punta. Había algo muy espeluznante en esa niña que no paraba de reírse de su hermano pequeño por su cobardía y que miraba desafiante a su madre mientras le relataba todo lo que su fantasmagórico amigo Víctor le había contado sobre los nuevos “habitantes” de la casa. ¿Quién iba a decir que al final resultaría ser la más cuerda de todos?

Babadook (por Ana Belén Blanco)

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¿Cuántas veces hemos pensado que el peor monstruo que uno puede encontrar en la vida es uno mismo? Con esta duda bajo el brazo, se nos presenta una de las presencias más terroríficas que han ocupado las butacas estos últimos años: Babadook. 

Estrenada en el 2014, el film nos narra la vida de Amelia, una madre viuda que, tras la muerte repentina de su marido siete años atrás, debe cuidar de su hijo Samuel; el cual vive aterrorizado por un monstruo que se aparece en sus sueños y amenaza con matarlos a ambos. ¿Qué ocurrirá cuando parece que los temores de su hijo parezcan hacerse realidad?

Sin mucha predisposición y sin la búsqueda fácil del susto continuo, la película (dirigida por Jennifer Kent) busca hacer cuestionar al espectador si lo que está ocurriendo es algo “real” o “pura imaginación”. La sutil metáfora de los horrores más profundos de cada uno, representados en la figura ascentral del “Babadook”, el monstruo de leyenda que solo busca ennegrecer la vida de todos aquellos ante los que se aparece. Llenarlos de temor, inquietud y acercarlos a la locura más profunda; hasta el punto límite que uno no sepa discernir en qué tipo de realidad está jugando.

¿Te atreves tú también a llamarlo? Tres toques y lo encontrarás detrás de ti porque… «Si está en una palabra o en una mirada, no puedes librarte del… Babadook.»

La Otra Madre (por Sonia García)

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Coraline tiene una familia atípica y además once años llenos de inconformismo. En su nueva casa ha descubierto eso que muchos de niños desean: una puerta mágica que le transporta a una versión mejorada de su mundo. ¿O quizás no?

Una nueva familia se esconde al otro lado de la puerta. Con sutil perversión el nuevo y “perfecto” mundo de Coraline se irá lentamente convirtiendo en una cruel pesadilla. Tras el empalagoso algodón de azúcar y los juegos más increíbles que se pueden soñar, se esconde una familia aterradora. ¿Qué hay más espeluznante que el miedo que se cuela   en cada rincón del hogar? Una realidad que nunca es lo que parece ser  y una madre que se irá metamorfoseando en una araña cruel y terrorífica y que lentamente tejerá una telaraña para sacarle, literalmente, los ojos a su indisciplinada hijita.

Coraline nos arrastra hacia un universo lleno de belleza aparente, tras el que se esconderá una realidad aterradora. Una historia realizada con la técnica de stop motion de terror ¿infantil? que sin duda nos hará replantearnos más de una cosa. Atención especial a la música. Compañera perfecta para incrementar el nivel de  tensión según avanza la cinta, no tiene desperdicio alguno.

Hannibal Lecter (por Marta Soro)

Creado por el escritor Thomas Harris, el personaje de Hannibal Lecter ganó popularidad cuando pasó de las páginas de las novelas de Harris a las pantallas de cine. Y aunque han sido varios los actores que han dado vida a este aterrador psiquiatra (Brian Cox, Gaspard Ullie, Aaran Thomas y Mads Mikkelsen), la interpretación de Anthony Hopkins en El silencio de los corderos fue la que dejó una huella realmente profunda en el universo cinéfilo. Además, hay que decir que el artista de origen británico recibió el Óscar al mejor actor por su terrorífico papel en esta película.

Hopkins dio vida a un Lecter que fascina y estremece al mismo tiempo. Un psiquiatra culto, sibarita, refinado y narcisista que también es un inclasificable sociópata con siniestros gustos culinarios. De tal modo que nos encontramos ante un criminal sin escrúpulos que hace gala de una crueldad extrema. Hannibal manipula hábilmente a los demás y planifica minuciosamente cada paso a seguir. Asimismo, su perturbador lenguaje corporal, su intensa mirada, su agudo olfato y su inquietante semblante le convierten en un personaje que da escalofríos. Un brutal asesino capaz de usar únicamente sus dientes como arma, acabar contigo salvajemente y preparar una cena con tus órganos como ingredientes principales. Así, sin inmutarse, y degustando el menú como cualquier amante de la buena cocina.

Norman Bates (por Patricia López Delgado)

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El 16 de junio de 1960 Alfred Hitchock estrenaba la que esta considerada por muchos de nosotros su mejor película, Psycho. Un año antes de su estreno, había llegado a sus manos la novela homónima de Robert Bloch basada en un asesino en serie real, Ed Gein.

La película se rodó en tan sólo 36 días y fue financiada por el propio Hitchock lo que le permitió meter escenas de sexo y violencia más explicitas a medio camino entre el estilo documental y el expresionismo, marcando un antes y un después en el género.

Norman Bates, además de ser mi personaje elegido, es el protagonista de esta historia interpretado por un magistral Anthony Perkins dotando al personaje de una vulnerabilidad y fragilidad únicas para conseguir incluso que lleguemos a empatizar en algunos momentos con Norman, un enfermo mental obsesionado con su posesiva madre y aficionado a la práctica del asesinato múltiple.

Me decidí por él porque creo que fue de los primeros personajes de una película de terror que me hicieron reflexionar sobre como la fatalidad puede entrar en nuestras existencias ya sea en forma de una enfermedad mental, que nos haga cometer atrocidades o, porque seamos el objetivo de las mismas. No hay nada más terrorífico que una mente humana perturbada.

Sadako Yamamura (por Maite López)

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Cuando se trata de figuras aterradoras, no podía faltar aquí Sadako Yamamura, uno de los personajes más emblemáticos que ha dado el J-Horror y que aún ahora, cerca de 20 años después de su presentación en la cinta (¡la cinta!) de Hideo Nakata Ringu, sigue grabada en mi retina. El gran poder de sugestión que emana la película, a través de este sencillo a la par que perturbador relato de terror psicológico sobre una cinta de VHS maldita, ha hecho de esta joven de imagen espectral vestida con un camisón blanco y largo pelo oscuro que cubre todo su rostro uno de los más estremecedores del cine de terror de estos últimos años.

Ringu fue la primera adaptación cinematográfica de la novela homónima de Koji Suzuki publicada en 1991 (basada en la leyenda popular japonesa Bancho Sarayashiki). Tras el éxito internacional cosechado le han seguido múltiples secuelas, precuelas y remakes de procedencia diversa (entre ellas The Ring, con Naomi Watts), pero la de Hideo Nakata sigue siendo mi favorita: la atmósfera que consigue crear, libre de artificios, así como la doble lectura que ofrece la han convertido en una auténtica obra de culto.

Como curiosidad, os enlazo este video ensayo de Shaina Hodgkinson que pone a dialogar Ringu y The Ring.

El ente (por Beatriz Muyo)

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Imaginaos que “algo” de forma humana, pero en constante cambio, os persigue constantemente hasta acabar con vosotros y solo podéis libraros de ello manteniendo relaciones con otra persona. ¿Qué puede ser más terrorífico que algo que te acecha incansablemente y no tiene forma? It follows juega en su favor con la idea más primitiva: la imaginación es mucho más poderosa que nuestros propios sentidos y todo lo que no se ve, siempre causa más inquietud. Además, consigue desmontarnos constantemente pues, eso que aparentemente “no vemos” es un ente cambiante y jamás sabes quién será el siguiente.

Bajo una premisa tan atrevida como arriesgada, David Robert Mitchell consiguió levantar hace un par de años una de las películas de terror más sorprendentes de la historia del cine de terror. No contento con sentar unas nuevas bases del género, David Robert Mitchell se mueve como pez en el agua por una estética ochentera complicadísima, casi videoclipera, con planos largos, casi contemplativos. El director demuestra su maestría moviendo la cámara y aportando nuevas ideas sin descanso. Y pongo ejemplos: quizá una de las mejores secuencias de la película (y hay para dar y regalar), es un slow motion en el que ocurren uno de los momentos más terroríficos del film. ¡Un slow motion! ¿Es posible que el mayor susto de nuestras vidas nos lo vaya a pegar una secuencia rodada en slow motion? Creánselo. Así es.

It follows es una persecución infinita brillantemente inundada de la calma más incómoda y de una tensión constante y, sobre todo, inconsciente.

Freddy Krueger (por Lidia Baños)

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One, two, Freddy’s coming for you
Three, four, better lock your door…

Cada vez que suena la canción de Freddy Krueger, algo se remueve en mi interior. Literalmente, he crecido con él. Las películas de Pesadilla en Elm Street me han acompañado desde niña y quizá sea por eso por lo que Freddy Krueger es mi villano, mi boggart, mi pesadilla.

Freddy tiene mucho en común con otros protagonistas de cine slasher como Michael Myers de Halloween (1978) o Jason Voorhees de Viernes 13 (1980). Todos ellos comparten un pasado trágico que les ha convertido en personajes oscuros, sanguinarios y vengativos. En el caso de Freddy, su nacimiento fue fruto del horror. Su madre, Amanda Krueger, era una enfermera que fue encerrada por error en un hospital psiquiátrico, donde fue violada y torturada por más de cien dementes. En cuanto Freddy nació, fue dado en adopción a un alcohólico que lo maltrató durante años. Para cuando logró escapar de todo ello, ya era demasiado tarde.

Sin embargo, hay una diferencia clave: a pesar del sufrimiento, Freddy no es un personaje atormentado. Más bien, es descarado y acompaña la violencia de sus ataques de un humor ácido e irónico. Disfruta matando y entiende los asesinatos como un proceso creativo en el que burlarse de sus víctimas, tal y como puede verse en la muerte de Spencer al estilo gamer en la sexta entrega de la saga.

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