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Paciente Cero y el alma rockera de John Doe

Paciente Cero han vuelto. Su regreso al panorama musical es ya una realidad. Nueva imagen, nueva temática, nuevos sonidos y nuevos planes les acompañan en esta reciente aventura sonora. Esta vez Héctor, Julián, Marco y Rafa ponen las cartas sobre la mesa, nos abren las puertas de su particular espacio sonoro y, dentro de su imaginario personal, nos proponen un inspirador viaje que recorre rincones de extensa profundidad. Utilizando la música como herramienta de expresión y las canciones como lenguaje universal, los madrileños tratan de ir más allá de la rima fácil y del verso anodino. Y es que, repletas de fuerza, sus cuidadas composiciones intentan despertar algo más en el oyente.

Al igual que la comida o el sexo, la música también genera placer. Y aunque buena parte de la población la considera un mero pasatiempo, en realidad las canciones poseen otras muchas capacidades: evocan recuerdos, suscitan sentimientos e incitan a compartir emociones. Pero, además, es posible que en un pasado lejano la música surgiera para ayudarnos a movernos juntos. Y cuando nos movemos conjuntamente tendemos a unirnos y a actuar de forma más altruista.

A lo largo de la historia, hemos bailado y cantado juntos con las más variadas melodías sonando a nuestro alrededor. Y la música ha dado voz a un amplio abanico de pensamientos, preocupaciones y reivindicaciones. Así, muchas composiciones han tratado de dar visibilidad a colectivos relegados a un segundo plano, han lanzado mensajes de solidaridad y han llamado la atención sobre diferentes realidades.

Por suerte, podemos decir que en la actualidad siguen existiendo proyectos musicales que nos animan a volver a movernos al unísono. Y escarbando un poco encontramos interesantes propuestas sonoras que mantienen ese espíritu combativo e inconformista.

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En este sentido, los chicos de Paciente Cero se suman a esta vertiente musical y bajo el título de La Constante de John Doe nos ofrecen ahora una vibrante colección de canciones que plasman ese espíritu de lucha. Un segundo disco que merece la pena explorar con detenimiento. Así que, siguiendo nuestra propia recomendación comenzanos nuestra exploración.

Llega el momento es el corte que inaugura el disco. Un tema que arranca con una contundente introducción instrumental. Sin embargo, este ciclón inicial da paso a una aparente calma. Con un tono relajado la voz de Rafa nos guía suavemente a través de los primeros versos. Pero a continuación, subimos y bajamos en un trepidante recorrido melódico que nos invita a superar el miedo y a romper con todo lo que nos impide avanzar.

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Foto: Marta Soro

Seguidamente La inercia nos aborda con unas motivadoras estrofas que, a base de una serie de ritmos rebosantes de energía, nos sirven para recargar las pilas. La canción te alienta a abrir la mente, a librarte de las ataduras y a perseguir tus sueños. Con unos coros dinámicos y un poderoso estribillo, la melodía habla de dar rienda suelta a los deseos, abandonar la incertidumbre y enterrar las dudas. Al término de la canción y como inesperado broche de oro nos topamos con una última aceleración. Un final de alto voltaje en el que saltan chispas.

Banderas fue el primer adelanto de este segundo disco. Un corte divido en dos que nos acerca a la dramática situación de las personas refugiadas que huyen de la guerra. En la primera parte, El Cambio, la letra nos relata cómo en un instante un creciente conflicto bélico trastoca radicalmente la vida del protagonista de la canción. Poco después el relato continúa con La Huida. Aquí la tristeza se transforma en desesperación. La intensidad sonora va en aumento, el instinto de supervivencia toma partido y vemos cómo la única salida consiste en dejarlo todo y escapar.

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Foto: Marta Soro

Dentro de esta misma línea rockera, Mercaderes nos recibe con un eléctrico cóctel de sonidos. Entonces, las voces de los músicos entran en acción, la crítica social despliega sus alas y las veloces armonías se funden hábilmente con el acompasado aleteo. Tras ese intenso paseo, nos adentramos en La Espiral y su agradable tonalidad nos conduce a un palpitante universo que nos permite bucear fácilmente entre sus notas. Para terminar, la despedida corre a cargo de Antares Olvidado. Una composición con un importante contenido simbólico en el que el fuego juega un papel catalizador.

Por otro lado, hay que decir que el disco verá la luz próximamente. Pero algunas y algunos afortunados ya han podido escuchar las canciones de La Constante de John Doe en primicia. Y es que el pasado viernes Paciente Cero preestrenaba este segundo disco en la sala Alive Music Bar de la capital. De esta forma arrancaba definitivamente una nueva etapa en la carrera musical de la banda de rock. Los músicos se subían de nuevo a las tablas para mostrar al mundo el ilusionante trabajo que les ha mantenido alejados de los focos durante todo este tiempo. En esta parada inicial John Doe ha dado sus primeros pasos, pero este prometedor trayecto no ha hecho nada más que empezar.

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