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Americana Film Fest: Vol III. La gran clausura

El Americana Film Fest llegó a su fin con un poquito de decepción en algunos títulos que llevábamos esperando como agua de Mayo, pero también con gratas sorpresas y con una película de clausura que bien merece serlo con todas las de la ley.

THE STRANGE ONES

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El guión de Christopher Radcliff no es de esos en los que te sumerges sin ningún tipo de dificultad, The strange ones es una película que en su inicio clama al espectador a gritos, apunta a ser una película extraña, con una atmósfera oscura que aumenta nuestra curiosidad exponencialmente cada minuto que pasa…hasta que deja de hacerlo.

La película del ya mencionado Radcliff y Lauren Wolkstein nos introduce en el viaje de dos jóvenes aparentemente hermanos que recorren en coche las carreteras de Estados Unidos. La enrarecida relación entre ellos comienza por hacer que nos cuestionemos el origen de ambos, cuál es su relación real y qué les ha llevado a emprender su viaje. La oscura atmósfera que rodea el road trip nos invita a dudar permanentemente de los propósitos de ambos, pero no consigue levantar un guión que comienza a flojear hacia la mitad de metraje y que, da por hecho, presupondremos ciertos detalles importantes: los saltos temporales o, directamente, la omisión narrativa acaban por crear un conflicto insalvable.

WORLD OF TOMORROW

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Don Hertzfeldt tiene un don: emocionar con menos trazos que cualquier otra persona en el mundo y tras una amplísima carrera en la animación, y de robarnos el corazón con It’s a beautiful day, vuelve a hacerlo con los dos cortometrajes de World Of Tomorrow.

La pequeña Emily Prime recibe una llamada de una mujer también llamada Emily. Ella dice ser la tercera generación de Emilys en un futuro en el que el contenido mental de cada individuo es trasladado a un nuevo clon consiguiendo así, de alguna forma, una cierta inmortalidad del ser primigenio. La Emily del futuro intenta explicarle a Emily Prime cómo ha avanzado la vida en todos los años posteriores, y la invita a realizar un viaje con ella. Emily Prime accede, introduciéndonos así en un viaje metafísico y moral por el futuro que, ¿por qué no? quizá nos espera.

Y es que World of tomorrow está a la altura de las mejores obras de ciencia ficción y es, incluso más Black Mirror que la propia Black Mirror. Con tan solo unos trazos un fondo coloreado, Hertzfeldt consigue trasladarnos a un mundo carente de cualquier tipo de relación tal y como las conocemos hoy en día; a un mundo vacío de humanidad y engullido por la propia tecnología que contrasta a niveles estratosféricos con la dulzura, candor y, también, falta de atención de Emily Prime, una pequeña que es nuestros ojos, aunque una parte de nosotros quiera no mirar a lo que queda por venir.

EX LIBRIS

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Me cuesta creer que en un edificio como la Biblioteca Pública de Nueva York no exista ninguna historia que pueda superar a lo que cuenta Ex Libris. Me resulta difícil pensar que un edificio tan tremendamente icónico como el que tenemos aquí, establecido como biblioteca desde el año 1895, pueda dar como resultado un metraje auténticamente soporífero.

No es que no interesen todas y cada una de las labores que se hacen en esta biblioteca financiada por fondos privados y públicos; tampoco es que no produzcan curiosidad todas las clases que se imparten en ella o la gran labor social que hace la biblioteca por la ciudad de Nueva York. La película de Frederick Wiseman tiene algunos pasajes imperdibles y hasta cómicos y, sin embargo, su conjunto resulta un sucesivo de reuniones y eventos colocados al azar en el metraje, sin ningún tipo de hilo argumental posible, más allá de que todo sucede en las sedes de la biblioteca.

Ex Libris se acerca más a un folletín publicitario de la labor social que hace la biblioteca por Nueva York y sus habitantes, más que a un documental al uso.

JANE

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Más de 100 horas de metraje salvadas de no ver la luz jamás y una entrevista con Jane Goodall le sobran y le bastan a Brett Morgen para conseguir armar uno de los documentales más emotivos de los últimos años. Puede que por la contundencia de las palabras de la propia Goodall, puede que por la naturalidad de las imágenes, puede que por la valentía de la propia Jane al introducirse de lleno en la selva de Gombe con tan solo 26 años o puede que por la agilidad de su montaje y esa música del legendario Philip Glass, lo cierto es que Jane te atrapa desde el primer minuto. Con una belleza hipnótica en la imagen y un personaje protagonista tan absolutamente arrollador como Jane Goodall, Brett Morgen puede permitirse el lujo de elegir el camino que quiera, por eso Jane comienza con una construcción lenta, sin prisa pero sin pausa; trabajando un ritmo que debió ser parecido al que Jane mantuvo en su primera etapa en Gombe, a la espera de que sus chimpancés la aceptasen dentro de su particular sociedad.

Jane es por encima de todo un documental que invita constantemente a la reflexión, como humanos, y como animales. Invita a dejar fluir nuestros sentimientos más primarios, a emocionarnos con una historia que si bien es protagonizada por una mujer, también lo es por los chimpancés a los que ella estudió. El guión de la vida de Jane Goodall se me antoja personalmente como uno de los mejores guiones que le puedan escribir a nadie, solo que lo suyo fue una auténtica suerte de vida que muchos pagarían por vivir. Quizá tener en su vida más animales que personas le hizo, precisamente, un mejor ser humano.

GEMINI

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Heather (Zoe Kravitz) es una actriz bisexual sometida a grandes presiones laborales, acoso mediático y, también, stalkeo de fans. Su asistente, Jill (Lola Kirke) intenta esquivar todas las balas que le sobrevienen a su jefa como puede, hasta que ésta le pide una pistola “por seguridad”.

No podemos negar que Aaron Katz tiene buenas intenciones y que durante los primeros minutos de Gemini se nos viene a la memoria el mejor Brian de Palma. Una atmósfera muy bien construida y el buen sabor que deja un diseño artístico y una fotografía cuidados. Dos actrices indies de lo mejorcito del panorama actual. Todo conforma un cóctel explosivo para que la nueva película de Aaron Katz fuese un thriller de aúpa, que acaba siendo más bien un guión de serie B a merced de un giro final que acaba por darle un toque casi cómico -involuntario- al metraje.

Las luminosas calles de Los Angeles y el espíritu de metacine no consiguen levantar un guión torpe que acaba haciendo de Gemini una película de sobremesa en lugar del thriller que estábamos esperando.

THE RIDER

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Para personas como nosotros, es difícil entrar en The Rider sin saber cómo se vive exactamente el mundo del rodeo en lo más profundo de Estados Unidos. Es difícil simpatizar o sentirse identificado con un perfecto cowboy que, a pesar de tener una enorme herida en la cabeza, solamente desea volver a montar un caballo. Es difícil ponerse en el lugar de una persona de la que no sabes nada, pero es menos difícil cuando sabes que está cohibida de hacer lo único que sabe hacer en la vida: montar.

Como si nos desprendieran de repente de nuestro bien más preciado o, como le ocurrió a la propia Tonya Harding al ser condenada a no volver a patinar, The Rider nos adentra en la tristeza de un joven texano que ve su mundo desvanecerse tras una caída cuyas secuelas le impiden volver a montar. ¿Qué hacer cuando te quitan lo único por lo que vives y sabes hacer en la vida? Reiniciar. Pero si reiniciar no es fácil, mucho menos cuando solo eres un cowboy en una sociedad construida y pensada para enaltecer esa figura y su masculinidad.

The Rider podría haber sido otro cuento más sobre la pérdida y la búsqueda del nuevo yo. Sin embargo, la delicadeza de las imágenes de Chloé Zhao nos sobrepasan de tal manera que nos adentran de lleno en el mundo interior de Bradley, en su pérdida y en su tristeza, en su manera de entender el mundo, porque no conoce nada más. Entendemos su postura de no querer seguir viviendo si no es en una pista de rodeo primero, y entendemos su crecimiento personal después. Su decisión de seguir adelante, aunque solamente sea por su familia. Al final la vida se resume en un aprendizaje continuo donde la aceptación tiene un papel protagonista, nos guste o no. Y The Rider tiene mucho que enseñarnos sobre ello.

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