Crónicas de conciertos, música
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El cometa Xoel López pasa resplandeciente por Barcelona

Ya han pasado más de cuatro meses del lanzamiento del decimocuarto disco de Xoel López, Sueños y Pan, y veinte años de su carrera musical. Tras empezar su viaje en solitario en Atlántico (2012), componiendo sobre sus experiencias en América y Argentina, continuó su travesía con Paramales (2015), en el que se incluían temas grabados entre España y América, y ahora Xoel regresaba sano y salvo al puerto con Sueños y pan, formado por diez temas grabados en Madrid bajo la producción de Ángel Luján y el propio Xoel. Y la noche del 24 de marzo, en la sala Razzmatazz de Barcelona, Xoel llevó al público de la mano por esa gran travesía que es su carrera musical.

No estaba solo, la banda al completo (dirigida por Charlie Bautista) estaba allí para arroparlo y empezaba el concierto dándole el ritmo inicial de Jaguar (Sueños y Pan) para que el gallego entrase bailando al escenario, sin dejar de mover las caderas ni para colocarse la guitarra. El buen rollo había llegado. Y es que cuando este coruñés de 40 años se sube a un escenario es como un niño pequeño, y cuando toca la guitarra, la armónica o lo que se le ponga por montera, lo toca como si fuese su juguete favorito.

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Xoel, bailando con una de las coristas de la banda, Lola García. Foto de Alicia Germán Díaz.

Del mismo modo, cuando sonríe cómplice a sus músicos, lo hace para conectar con ellos, pero también para asegurarse de que todos son parte del mismo objetivo: disfrutar del momento y hacer que el público también lo haga. “No sabíais las ganas que teníamos de venir a Barcelona. Sois un montón y la verdad es que lo agradecemos mucho”, afirmaba sonriente antes de dar paso a Hombre de ninguna parte (Atlántico, 2012), canción con la que solían abrir los conciertos en su gira de Atlántico y que confirmaba su promesa de tocar canciones nuevas, antiguas y “alguna incluso muy antigua”.

Habría que destacar las interpretaciones de Tierra (Atlántico), despertando el lado más romántico y nostálgico de Xoel y El asaltante de estaciones (Atlántico), en el que se desató una cadena de acontecimientos sonoros que no hicieron más que ir in crescendo: el solo de guitarra de Xoel dio paso al solo de batería, al que se unieron los aullidos de las coristas de “¡salta!”, para la posterior fusión con el resto de miembros de la banda en una explosión de color.

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Foto de Alicia Germán Díaz.

Sin embargo, quizás la interpretación menos conseguida fuese la de Insomnio (Sueños y pan), un tema exquisito que perdió su delicadeza en el directo al ahogarse con tanta instrumentación a su alrededor. A esto se podría añadir que solo es el segundo concierto de la gira y era de las primeras veces que se reunía la mitad de la banda, con lo que quedan por pulir algunos elementos de compenetración, que hacían que el sábado Charlie Bautista tuviera que ponerse más el sombrero de director que de teclista y nos dejó con ganas de verlo tocar en su faceta más relajada, con espacio para lucirse.

Inconvenientes nimios que no ensombrecieron un concierto en el que el público se vio inmerso en una celebración de la música trotamundos, con una banda dispuesta a dar todo de sí y más unidos por el amor y la locura de Xoel, que no en vano la noche del sábado oyó más de una vez su nombre coreado por el respetable.

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