Alexandra Jiménez, María Ribera, Isak Férriz y Bruno Sevilla encarnan a un grupo de amigos en la treintena deciden pasar un fin de semana en Berlín con motivo del cumpleaños de otro amigo de la pandilla afincado en la ciudad, Comas (Miki Esparbé). Una vez allí, todos parecen animados y felices de estar juntos, pero no pasa mucho tiempo hasta que las cosas empiezan a torcerse entre ellos. Con el frío Berlín como telón de fondo, Elena Trapé desgrana la historia de unos amigos que intentan revivir la época dorada de su amistad, sabiendo que aquella verdad universal acerca de que «la gente cambia» y de que «la vida nos acaba alejando», nunca tuvo más sentido.
Bajo un halo de profundo desencanto, el reencuentro de los cuatro amigos y la pareja de uno de ellos, transcurre sin prisa pero sin pausa, dejando poco a poco que los personajes vayan despojándose de sus máscaras de felicidad infinita para dejar paso a la cruda realidad. Una realidad que pasa no sólo por aceptar que la sorpresa del viaje a Berlín no ilusiona a ninguno de ellos, sino que además cada uno tendrá que enfrentar sus propias frustraciones, miedos y luchas interiores fuera de su casa. Todos ellos han cambiado y ya no son los jóvenes que solían ser en la universidad; sus vidas son distintas, viven el epicentro de una generación que no ha podido cumplir sus sueños, a veces han mejorado, pero también han empeorado en algunos aspectos.
Las Distancias nos expone ante un grupo de amigos que se han reencontrado en un punto geográfico: Berlín es un mero testigo de que hace años que los amigos se perdieron entre ellos. El paso del tiempo ha hecho mella en una relación que creían eterna, dejando paso a la dura consciencia de que la amistad es un pilar insostenible ante el terremoto que supone la incomunicación en ella.
Es fácil que algunos de los que están leyendo estas palabras anden en la treintena. Más fácil aún que conserven ese grupo de amigos de toda la vida con el que han compartido infinitas aventuras y desventuras. Esos amigos que estarán para lo bueno y para lo malo, y que lo saben todo acerca de ti. Es fácil también que algunos de los lectores coincidan conmigo en que a veces, la mayor distancia de todas no se mide en kilómetros, se mide en silencios y en conversaciones no tenidas por crisis existenciales, orgullos, decisiones tomadas o simplemente, abandono.
La distancia se mide en relaciones personales quebradas por el desencanto. Las Distancias es esa dura pero necesaria reflexión que llega en un punto certero de tu vida. La amistad no es infinita, el paso del tiempo es cruel para todos. Llegado a este punto quizá queramos abrazar esa reflexión obligatoria y aceptar que la vida es menos cruel si tienes a esas persona agarrándote la mano.
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