Estrenada en 2013 con mucha expectación por lo loco de su premisa, Jane The Virgin está basada en la telenovela venezolana, Juana la Virgen, en la que una mujer virgen es accidentalmente inseminada con el esperma congelado de un hombre incapaz de tener más hijos. Su mundo se pone patas arriba: algunos la ven como un milagro, otros como una mentirosa, y el hombre del que espera el hijo la busca, desesperado por su última oportunidad para ser padre.
Evidentemente, la trama se desarrolla a partir de esta premisa elemental y lo que la hace icónica son sus personajes secundarios, que evolucionan, cambian y sin embargo no se diluyen. Los personajes sostienen la trama, que de otra manera se dispersaría. Con este elenco coral, Jane The Virgin es, sobre todo, una telenovela americana. Con todos los giros de guion locos a los que estamos acostumbrados por las telenovelas del mediodía, pero impensables en series americanas. Todos los clichés están ahí: hermanos gemelos malvados, amores de película y accidentales, coincidencias asombrosas. Incluso un narrador descrito en los subtítulos como “Latin Lover” (y que a pesar de no tener rostro, es el mejor personaje de la serie).
La telenovela americana no es un género totalmente nuevo, a fin de cuentas, las soap operas no son otra cosa que telenovelas anglosajonas. Tampoco es nuevo el concepto de una serie meta: las telenovelas están presentes en el propio universo de Jane The Virgin y forman una parte muy importante de la trama. Sin embargo, la particularidad de la serie reside en que no se avergüenza de ser lo que es, sino que se enorgullece de sus raíces.
Parte de ese orgullo se ve en la eliminación de los peores vicios de las telenovelas. Por ejemplo, los romances tóxicos, muchas veces presentados como deseables en las telenovelas, no se presentan en la serie americana, o se las llama por su nombre. El acoso no es romántico en Jane The Virgin, la codependencia tampoco (aunque tu novia diga quererte mucho). El clasismo, muchas veces visto en estas telenovelas, se subvierte o se elimina. La chica pobre que se enamora del señorito no se transforma en una princesa, no deja atrás a su familia. El rico no es malo por ser rico, sino por otros factores (que probablemente son los que le hicieron rico en primer lugar).
Esta serie es la niña bonita de la crítica progresiva: diversa, divertida y consciente. Ha tocado todos los temas sociales y de todos ha salido airosa: desde racismo, a las enfermedades mentales, pasando por el sexo en la tercera edad o el aborto. Los protagonistas son en su mayoría hispanos y respeta sus raíces, mostrando su cultura, con un personaje que escoge hablar solo en español y Gina Rodríguez, la actriz principal, es activista y muy vocal acerca de los problemas de la comunidad hispana. Es colorida, optimista, y literalmente el poder del amor puede salvar a una persona. Hay momentos dramáticos, rupturas, muertes, pero no pierde la alegría y las ganas de vivir.
Ya lleva cuatro temporadas en antena, a la espera de la quinta. A pesar de esta longevidad, la serie sigue siendo divertida. Los giros de guion siguen siendo tan inesperados como siempre, las tramas locas y es una serie que hace que te lo pases bien. No es una de esas series que necesitas llegar a la mitad de la segunda temporada para que empiece a mejorar: lo que hay es lo que ves. Cambian los personajes y las situaciones, los escenarios y los temas, pero su espíritu permanece.
El fin de la cuarta temporada en particular ha provocado un interés renovado por la serie. Personalmente, el giro final de la cuarta temporada me sorprendió, y sin embargo, me decepcionó. A Jane The Virgin se le están empezando a ver las costuras. La serie es consciente de esto, haciendo muchos chistes cuando aparecen nuevos intereses románticos que claramente no van a ir a ningún lado. Ver a Jane ir y volver entre los dos amores de su vida es repetitivo, aunque lo disfrutes cada vez. Es verdad que se conserva bastante fresca para tener ya cuatro temporadas (muchas series empiezan a repetirse a mitad de la segunda) pero parece que poco a poco se está desvaneciendo la magia.

Algo que sí que no cansa: los geniales cameos de la serie
La quita temporada, que se estrenará el 27 de marzo, será la última de la serie. A la vista de lo anterior, parece la decisión correcta. Una serie que ya ha contado su historia no necesita prolongarse a riesgo de perder calidad. Las historias que cuenta la serie necesitan un cierre y se agradece que se le permita terminar con dignidad. Esperamos grandes cosas de esta última temporada, cuando tenga la libertad de cambiar y cerrar, a diferencia de la cuarta en la que estaba limpiando y atando cabos sueltos que tampoco nos interesaban tanto.
Su showrunner es Jennie Snyder Urman, también conocida por colaborar en la producción de series como Las chicas Gilmore, Embrujadas o Reign. Es decir, trabaja en series consideradas femeninas y, para qué engañarnos, consideradas de menor calidad. Sin embargo, la serie explora temas complejos con la misma meticulosidad que cualquier drama y no solo es gracias a sus escritores y directores (que, por cierto, son casi todas mujeres) sino que también se apoya en sus actores y actrices, perfectamente escogidas. La conexión especial que consigue la serie con sus espectadores es lo que sucede cuando hay mujeres tanto delante, como detrás de la cámara.
Jane the Virgin debutó en 2014 en la CW (si habéis leído mis otras críticas, sabréis que soy fan de la cadena) y en España está distribuida por Netflix y Movistar +.
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