Una figura de luces y sombras dentro de la crítica y de su propia filmografía. Con un estilo muy marcado por la tensión de sus historias y los giros inesperados, M. Night Shyamalan se ha convertido en un director que para muchos supone un genio del thriller contemporáneo y, para otros, un loco cuyas historias son demasiado “frágiles para vivir en el mundo real”.
Una cosa queda clara, y es que desde muy joven se vio motivado por el mundo del cine y representantes clásicos como Hitchcock, del cual escogerá un detalle que nunca pasa desapercibido: los cameos en gran parte de sus títulos. El primero llegará con su salto a la fama después de dos películas sin demasiada repercusión, de la mano de El sexto sentido (1999).
Muchas son las interpretaciones y análisis que se han hecho sobre un filme que se ha convertido en un clásico dentro del género de terror, aunque más cercano a la tensión del “no saber” que a las fórmulas a las que nos tienen acostumbrados las películas contemporáneas de esta naturaleza. Shyamalan consigue con ella crear una trama de suspense que se despliega por cada fotograma y sorprende con cada giro de guión, bien escogido y trabajado por él mismo. Tal es su trabajo, que contiene una de las escenas más parodiadas del mundo.
Su buena senda continúa al año siguiente con el estreno de El protegido (2000), también protagonizada por Bruce Willis, y donde se plantarán las primeras raíces de una triología sobre superhéroes (¿o superhombres?) diferentes del mundo Marvel o DC. Una historia absorbente que nos plantea la veracidad de lo que uno es o puede llegar a ser, en base a lo que nos creemos o nos pueden llegar a meter dentro de la cabeza. El director consigue con ella otro éxito que mantiene pegado a la butaca a cualquiera y que resultará un punto y aparte en su propia carrera cinematográfica.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y comenzarán tiempos convulsos para Shyamalan dentro de sus seguidores, debido a la división respecto a sus siguientes películas: Señales (2002), El bosque (2004) y La joven del agua (2006) o El incidente (2008), entre muchos otros, formarán parte de la sombra que sigue al éxito repentino.
No será hasta 2015 (tras su batacazo, en taquilla y crítica, con After Earth) que su nuevo título La Visita, haga recuperar un poco la esperanza de los fans más acérrimos. Con un acercamiento mayor al terror comercial, lo que destaca de esta película es la forma en la que decide grabarse en “cámara en mano”, lo que ayuda a personalizar un poco más el sentimiento de miedo.
¿He comentado antes algo de una “triología”? Porque en 2016 tiene lugar el estreno de la que será su segunda parte, Múltiple, aunque por el momento se desconociera tal conexión entre las películas. Esta vez, en lugar de un superhombre llevado por la bondad, nos encontramos ante un personaje, encarnado magníficamente por James McAvoy, que cuenta con 23 personalidades que no puede controlar. Especialmente una muy potente a la que denomina “La Bestia”.
Este título recupera la esencia que Shyamalan había dejado atrás en lo que a la tensión narrativa. Valiéndose apenas de unos pocos personajes (uno que encarna muchos, más bien) y unos pocos escenarios, consigue crear un ambiente que te invita a indagar más en lo desconocido, y que termina dejándote con un debate interior sobre si lo que has visto es real o algo propio de una mente desequilibrada.
¿Dónde empieza la “realidad” y acaba la “ficción”? Queda en mano del espectador.