Derry Girls es la típica serie que está enterrada en el catálogo de Netflix y a la que no llegas sin recomendación, como los bares escondidos a los que no vas si no te los recomienda tu amigo. La descripción que se puede hacer de ella no es espacialmente esclarecedora: “un grupo de cinco adolescentes, cuatro chicas y un chico, estudiantes de un colegio católico, intentan llevar sus vidas en Derry, en la Irlanda del Norte de los años 90, con la amenaza del IRA”. Y luego te dicen que es una comedia. Y no muy convencida, la vas a ver. Y te engancha.
La serie es una sitcom con arquetipos reconocibles. Está la protagonista, Erin; su prima Orla, el alivio cómico; el binomio chica buena-chica mala de Clare y Michelle, y el primo de esta última, James, un chico inglés “perdido” en esa Irlanda en la que no acaba de encajar. Tenemos también los personajes típicos: la madre controladora, el padre sumiso, la directora cínica,… El escenario es Derry, una ciudad de Irlanda del Norte, a finales de los años 90. La amenaza del IRA, el grupo terrorista irlandés, está presente en sus vidas, a veces en la distancia y otras más cerca. No es una serie revolucionaria en el sentido de que no aporta una perspectiva revolucionaria en lo que debería ser una sitcom, pero funciona. Y funciona muy bien.
Lo que resulta refrescante de la serie es su proximidad cultural. La gran mayoría de series que consumimos son americanas y todo resulta un poco alien, como un mundo fantástico que tenemos que tomar por real durante veinte minutos: hay que conseguir pareja para el baile de graduación, los deportistas solo salen con las animadoras, hay que preparar bien los SATS para entrar en Yale o si no acabaremos en Brown, y tenemos que conseguir dinero para el viaje de spring break a Florida. En Derry Girls, sin embargo, todo es más reconocible: las iglesias católicas, los colegios de monjas, intercambios a Francia, e incluso las relaciones familiares. Todo nos resulta más cercano y por eso, más real y divertido. Como se dice ahora, es una serie más relatable.
Incluso obviando los aspectos culturales, la serie se acerca más a cómo estamos acostumbrados aquí a contar historias. Los personajes adolescentes no son afectados, nos parecen realistas en sus preocupaciones y sus acciones. No hay tanto puritanismo como en las series o películas americanas (aunque un punto a su favor es que los personajes actúan según su edad y no tenemos que creernos algunas de sus “hazañas”, como en Física o Química, por ejemplo). Es un buen cambio ver a actrices interpretando papeles de su edad en las que no están sexualizadas. Y como he mencionado otras veces, sus aspectos físicos son creíbles. No tenemos que fingir que son chicas feísimas, ni tampoco que son marginadas injustamente por las chicas malas de turno.
La serie solo está disponible en inglés, aunque tiene subtítulos en español. Y, la verdad, entiendo por qué. Gran parte de la comicidad de la serie está en su acento, lo sabe y se abraza a ello, sin intentar fingir que irlandeses del norte van a tener un acento del centro de Londres. Uno de los chistes recurrentes es a costa del primo de una de las chicas, un inglés que va al colegio femenino porque temen que si va al masculino no pueda defenderse de los abusones. Habla un inglés perfecto, el que sería el estándar en otras series. Y aquí, los irlandeses no pueden entenderlo. Es el que habla raro. El que habla gracioso. El equivalente español sería meter a un castellano en Andalucía y que todo el mundo se metiera con el por hablar raro. Es subvertir una convención (la del personaje con un acento regional gracioso) y ver lo ridículo que resulta.
La época de la serie es relevante. El revival de los 90 tan de moda ne las series actuales muchas veces se olvida del trasfondo político de la época. Derry Girls lo tiene en cuenta, peor no deja que eclipse la trama principal, de la misma manera que la gente sigue viviendo su vida a pesar de las amenazas externas. Se hacen menciones explícitas al IRA además de un capítulo con una trama concreta sobre el tema. Y recuerda (salvando las distancias) a la amenaza vaga pero real que se vivía en España a principios de los años 2000. Pocas sitcoms son capaces de conjugar la comedia y la política sin que una se coma a la otra y Derry Girls consigue eso y más.
Derry Girls es producida por Channel 4, la cadena “juvenil” en abierto inglesa, creadora de otras series de culto adolescentes como Skins. La creadora de la serie, Louis McGee, colaboró también en otras series de la cadena, como escritora en Being Human y en The White Queen. La showrunner también creció en Derry y la serie bebe de esas experiencias, aunque solo sea para crear un transfondo realista.
La serie se estrenó el pasado octubre, con una grana cogida por el público inglés, y se subió a Netflix a finales de diciembre. La serie pronto se convirtió en un secreto a voces, el local in más escondido. Derry Girls es buenísima, y sospecho que muchos nos pegamos un buen maratón durante las Navidades. Ahora está emitiéndose en abierto en el canal Channel 4 semanalmente desde el pasado 5 de marzo. Se espera que esté subida a Netflix cuando acabe la temporada. Mientras esperamos, podemos ir decidiendo quién seríamos. La verdad es que me veo como una Orla de la vida.