Allá por enero, hicimos en esta página un artículo sobre las películas más esperadas de 2019. Mi elegida fue Detective Pikachu, medio en broma medio en serio. Medio en broma porque con la cantidad de grandes directores que hay y cine serio que iba a salir, ¿cómo elegir el paso al cine real de una franquicia de monstruos de bolsillo? Y por otro medio en serio porque el concepto y el desafío técnico me encantaban.
Los primeros juegos de Pokémon, Pokémon Rojo y Azul, salieron a la venta en 1996 y, al final de año, ya habían vendido más de un millón de copias. El target estaba bastante claro: niños, que eran los únicos jugadores de consola Game Boy. Pokémon no era más que un juego divertido, bastante sencillo en un principio, pero con suficiente profundidad como para enganchar. Con una historia bonita, buena rejugabilidad, valores de amistad, compañerismo y aventura…
Pokémon es una franquicia billonaria (billonaria en español, trillonaria en inglés) y contiene películas, peluches, series, juegos, ropa, comida… todo lo que podemos imaginar ha sido estampado con la monísima cara de Pikachu. Sin embargo, Pokémon se enfrenta ahora a un problema: sus consumidores más fieles, aquellos que se criaron con Pokémon Amarillo, Plata y Esmeralda, los famosos “millenials”, estaban empezando a “pasar” de la marca. Los juegos son demasiado sencillos para el que ha jugado a dos o más entregas de la saga y no ofrecen muchas novedades. Las películas y las series, tres cuartos de lo mismo: a la décima vez que Ash salva el mundo Pokémon gracias al poder de la amistad, es difícil mantener el interés.
El lanzamiento de Pokémon Go en 2016 fue un revulsivo para la marca: desató una locura mundial con el juego en el que podías atrapar Pokémon en la vida real gracias a un VR un poco rudimentario, y ponerles nombres, hacerlos tus amigos y batallar en gimnasios. El verano de 2016 fue un remanso de paz mundial en el que todos estábamos pegados a la pantalla, dando paseos por el parque para conseguir por fin un Charmander y llamarlo Lagartijo (basado en hechos reales).
Sin embargo, hubo problemas técnicos: tal vez no nos acordemos porque la tecnología avanza muy rápido, pero mientras que en Japón y en EEUU ya había tarifa plana de datos, en Europa eso no era tan habitual. Mucha gente lo dejó porque Pokemon Go consumía una cantidad de datos impresionante y vaciaba la batería del móvil en un momento en el que las baterías portátiles aún eran grandes. Y aunque todo ha mejorado desde entonces (Pokémon Go ha añadido más generaciones, las tarifas de datos son más generosas), el juego no ha conseguido reenganchar a la gran base que podía alcanzar, a pesar de tener aún una comunidad muy fuerte.
La apuesta de Nintendo
Es aquí donde entra (por fin) Detective Pikachu. Un producto claramente enfocado a jóvenes adultos, con referencias a los Pokémon originales e incluso reminiscencias a aquella primera película del año 1998 (estrenada en España en el 2000), Mewtwo vs. Mew. El argumento también es reconocible, tanto por su contrapartida en la ficción como por los temas de descubrimiento y familia que maneja y que conecta con los espectadores en una edad de zozobra. Ash Tim es un joven que trabaja en la oficina de seguros de su pueblo natal. No está muy interesado en los Pokémon y ni siquiera tiene un compañero. Tiene que viajar a Ryme City, un lugar donde los Pokémon y los humanos conviven en armonía como iguales, ya que su padre, un detective de policía con el que no tenía mucho contacto, ha sido dado por muerto. Poniendo en orden sus cosas, Tim conoce al compañero de su padre, un Pikachu que, a diferencia de todos los demás Pokémon, puede hablar. Ambos intentarán esclarecer las circunstancias de la muerte del padre de Tim, enseñándonos por el camino esa maravillosa utopía de paz entre humanos y Pokémon.
La película es técnicamente impecable. Dirigida por Robb Letterman (Monsters vs Aliens, Goosebumps) y escrita por Nicole Pearlman (Guardianes de la Galaxia, Capitana Marvel), es simplemente buena. No es tan mala que parece buena, o apela a mis sentimientos de infancia de una manera que me va a gustar de todas formas. No. La historia está fantásticamente construida, tiene un ritmo muy bueno, dejándonos ver la vida diaria en el mundo Pokémon sin aburrirnos ni meterse en detalles escabrosos (¿la gente del mundo Pokémon es toda vegana?). Justice Smith, que interpreta a Tim, es una gran elección para el papel. Con experiencia como actor, pero sin ser una superestrella, encarna perfectamente a ese millenial en su primer trabajo que sabe que hay algo más en la vida. Como coprotagonista está Kathryn Newton, reportera becaria con las mejores frases de la película (“Me dedico a hacer listículos sobre los 10 Pokémon más monos. ¡Spoiler: todos son monos!”).
Ryan Reynolds es la única gran superestrella del metraje y lo hace de maravilla. Sinceramente, al principio pensé que era una elección de publicidad, arrastrar a la gente al cine para ver a Ryan Reynolds poniendo voz de pito. Sin embargo, su Pikachu está muy logrado, aunque a su nivelazo como actor contribuye el CGI exquisito que nos ha regalado esta película.
Pokémon y humanos, combinación perfecta
Integrar Pokémon en la vida real era un gran reto. No dejan de ser monstruos dibujados en estilo manga: pásate de monos y la película parecerá “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”. Pásate de realista y los niños llorarán cuando vean aparecer al primer Venusaur. Pero gracias a un gran trabajo de documentación (contrataron a RJ Palmer, que llevaba dibujando Pokémon realistas en Deviantart desde 2011, seguid vuestros sueños, niños) y gracias una animación sin pretensiones. Antes de entrar en la película, pensé que se habían gastado todo el presupuesto en animarle los pelos del hocico a Pikachu y solo veríamos otros Pokémon de refilón, como sucedió con cierto lobo en cierta serie que se dejó millones en ciertos dragones.
Sin embargo, están integrados en la trama, y es cierto que no son fuegos artificiales todo el rato, está justificado y no tienes en ningún momento la sensación de que están intentando ahorrarse unos cuantos dineros. La película casi merece la pena solo para ver en la pantalla grande cómo serían tus Pokémon favoritos en la vida real (el mío era mi Charmander Lagartijo, y la verdad es que era un poco feo, pero lo quiero igual. Totodile en cambio fue perfecto, maravilloso y lo quiero como a un hijo).

Lagartijo todo crecidito
Esta producción no necesitaba ahorrarse dinero, de todas formas. Es la producción cinematográfica más espectacular hasta ahora de Pokémon, en coproducción de Warner Bros. Pictures y Legendary Pictures en asociación con la productora japonesa Toho, creadora de Godzilla. Es la primera película de Pokémon desde 2001 en ser distribuida en cines y se puede ver claramente que es un intento por revitalizar la franquicia y acercarla a un público que reclama ser atendido. Desde luego, no va a pasar a la Historia del Cine™ y es un intento de una empresa cultural para reinfiltrarse en nuestras vidas, pero es entretenida, vistosa, y me ha dado a Pikachu llevando un cuchillo. Para mí es suficiente.
Detective Pikachu está todavía en cines y si tienes curiosidad, puedes jugar al juego de 2016 con el mismo nombre en el que se basa la película.