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Welcome to Vodafone Paredes de Coura | Día 1: comienza el espectáculo

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Un año más, aquí estamos para cubrir uno de los festivales de música más increíbles que se pueden disfrutar durante el verano. Naturaleza en estado puro, un cartel de escándalo y un público más que entregado, son sólo algunos de los ingredientes que conforman este espectacular cóctel musical. A escasos metros de la playa fluvial de Taboao y rodeados de una espesa arboleda, nos dirigimos hacia el escenario principal del Vodafone Paredes de Coura 2019.

Desde primera hora, ya se respiran las ganas de música. Con la adrenalina del público en el ambiente, caminamos deseosas de poder sumergirnos entre los sonidos de los diferentes grupos. Querid@s Submarin@s, aquí os dejamos la crónica de esta primera jornada. ¡Bienvenid@s al espectáculo!

14 de agosto. Primer día de festival. Comenzamos nuestro recorrido musical en el palco principal. Especiales ganas teníamos de ver a este grupo brasileño al que no es frecuente encontrar en los carteles de los festivales. Se trata de los brasileños Boogarins. Encuadrados dentro del movimiento “tropicalista”, han sabido unir el sabor del Brasil tradicional, con la vanguardia y el pop más moderno. Moviéndose desde entonces entre estos parámetros sonoros y la neopsicodelia más vanguardista, Boogarins son un buen plato para degustar, quizás todavía demasiado exótico o desconocido en nuestras latitudes.

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Boogarins. Foto Sonia García.

Dinho Almeida como voz y guitarra y Benke Ferraz a la guitarra demostraron que su directo funciona como un engranaje perfecto. La calidad del cuarteto contagió a la audiencia, que venía con infinitas ganas de fiesta. Recordando a grupos como los míticos Os Mutantes o al mismísimo Caetano Veloso, sus melodías hipnóticas nos envuelven sin escapatoria alguna.

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Boogarins. Foto Sonia García.

Las letras de sus temas en su lengua materna vienen a desmontar ese mantra que muchos se creen: «que para triunfar más allá de tus fronteras, hay que cantar en inglés». Su falta de prejuicios y su enorme estilo sobre el escenario habló directamente por ellos. Y es que, a pesar de su juventud, demostraron que su talento es directamente proporcional a la ovación recibida. ¡Bravo!

Pasadas las 23.15 horas llega el momentazo para la diversión y el “buen rollismo”. Con su estilo vintage, sus pantalones de tiro alto y rectos, sus playeras y su corte de pelo al estilo The Beatles, se asoman por el escenario Parcels.

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Parcels. Foto Sonia García

Su música transmite vitalismo a tope y unas ganas increíbles de pasarlo bien que terminan por contagiarnos a todos desde el segundo uno. Louie Swain al sintetizador, Patrick Hetherington también al sintetizador, Noah Hill al bajo, Anatole Serret a la batería y Jules Crommelin a la guitarra conforman la agrupación.

Llenos de frescura, perfección, estilazo y un perfecto equilibrio a la hora de elegir el repertorio, convierten su directo en un auténtico disfrute. Todo lo que sale de sus instrumentos y sus voces suena a pura fiesta. Pop en clave funky destinado a la pista de baile y a desoxidar articulaciones. Teclados magnéticos, guitarras obsesivas, dulces armonías y un ritmo pegadizo subyacente de fondo para convertir los cuarenta y cinco minutos de directo en apenas un suspiro.

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Parcels. Foto Sonia García.

Con la sonrisa permanente y disfrutando como pocas veces se ve en un escenario, contagian a todo el público su felicidad y sus ganas de  espíritu festivalero. Sonaron perfectos y su actitud fue de diez. ¿Qué más se puede pedir? Sin duda, el mejor directo de esta primera jornada que el público reconoció regalándoles una sonora y merecidísima ovación.

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Parcels. Foto Sonia García.

0:45 horas. Momento para disfrutar de uno de los grandes conciertos de esta edición del festival, o al menos esa era la expectativa inicial. Discurrían los finales de los noventa cuando la ciudad de Cincinnati vio nacer a The National. La banda formada por el cantante Matt Berninger, el guitarrista Bryce Dessner, el guitarra y bajista Aaron Dessner, el guitarra y también bajista Scott Devenford y el batería Bryan Devenford, un grupo que son la mezcla perfecta de introspección y romanticismo.

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The National. Foto Sonia García.

Cabezas de cartel del festival y sabedores de la expectación que generan entre el público, se asoman al escenario principal con el respaldo de una trayectoria impecable y un recién estrenado nuevo disco este 2019. Su directo prometía y mucho, pero lamentablemente en eso se quedó, en una promesa. En un anhelo por ver a una de las grandes bandas de la música actual, que desde el inicio decepcionó y dejó entre los asistentes una sensación de frialdad y desconcierto.

¿Dónde se quedaron sus pianos solemnes, sus guitarras llenas de lirismo y sus sonoridades evocadoras? Su directo fue denso, desarbolado e inconsistente. Ni el carisma de Matt, ni sus constantes guiños histriónicos suplieron el desacierto general.

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The National. Foto Sonia García.

Con una batería inexistente, un sonido ahogado por los teclados y las constantes y desafortunadas desafinaciones de Matt, el desastre parecía insalvable. Insistieron con esa batería de grandes y maravillosos temas que tienen en su repertorio, pero no fue suficiente. El público no conectó y el desencanto fue generalizado. Una lástima no haber podido disfrutar de un grupo cuya trayectoria musical está fuera de toda duda.

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The National. Foto Sonia García.

Después de una breve pausa y ya bien entrada la madrugada, nos dirigimos al Palco After Hours para ver una propuesta totalmente diferente. KOKOKO!, escrito en mayúsculas y con un significativo signo de exclamación al final, es una banda congoleña tocada por el espíritu punk y DIY. Amigos desde la niñez e increíblemente creativos, inventaron sus propios instrumentos con objetos encontrados. Inventos que nacieron ante todo de la necesidad y con los que consiguieron crear su personal sonido mezcla de post-punk, disco, psicodelia y tradición africana.

Una falta de recursos que suplieron con imaginación y talento y que ha dado sus frutos con dos trabajos ya en el mercado. Su directo se convirtió en una fusión de diversos universos sonoros, electrificación en crudo, ritmos tribales, bailes imposibles y protesta social. Innovación unida a tradición para crear nuevos sonidos y provocar el entusiasmo total entre el público. Punto y aparte merecen sus bailes, un espectáculo brutal del que no consigues desengancharte visualmente. Energía, exotismo y sencillez. Sin duda, una de las grandes sorpresas de esta primera jornada de festival.

Mañana más….

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