Lo conocemos a la perfección y más de uno se sabe sus películas de memoria. Un referente dentro del cine contemporáneo que, además de por sus historias, ha encandilado a medio mundo por su forma de crear misterio. Como un Conan Doyle de la cámara, Alejandro Amenábar está preparado para hacer sudar de miedo a cualquiera.
En el año 1992 estrena su primera película: Himenóptero, un filme de bajo presupuesto que ya marcará lo que se convertirá en su género: el thriller. Tras otros cortos y mediometrajes, llegará su primer “éxito”, aunque muy dentro de lo underground. Con Tesis (1996), Amenábar consigue crear un ambiente de tensión tal que termina devorando la atención del espectador. Un ejercicio donde no es el terror el protagonista. El misterio de lo desconocido es lo que se hace hueco.
Aunque su verdadero salto a la fama llegará unos años más tarde. Un año más tarde, con Abre los ojos, el director construirá una historia lírica que mezcla el drama, el misterio y la fantasía de una forma maestra. Llegó a ser tal el reconocimiento, que le valió 10 nominaciones a los Premios Goya y un remake, años más tarde, protagonizado por Tom Cruise.
Hasta ahora, Amenábar se movía por aguas nacionales. No será hasta 2001 que dará el salto al mercado norteamericano y filmará la película que lo ha hecho mundialmente famoso: Los Otros.
Con este proyecto, el director es capaz de crear puro terror, a partir de las meras insinuaciones. Da más miedo lo que no pasa, que lo que sí. El hecho de no entender bien qué está ocurriendo, sumado a la tenebrosidad del ambiente, hacen el cóctel molotov perfecto. ¿Por qué si no iba a convertirse en una película de obligado visionado para los amantes del terror?
A partir de aquí, el resto irá sobre ruedas y será reconocimiento tras reconocimiento. Mar Adentro (2004) y Ágora (2009) seguirán esta línea de éxito, aunque abandonará mucho más el misterio para centrarse en el puro drama. Un cambio que ratificará su alta capacidad para trabajar sobre cualquier estilo de cine.
Y aquí llega un parón que será roto con Regresión (2015). Una vuelta de luces y sombras respecto a la crítica, pero que busca recuperar la esencia de Amenábar y sus historias truculentas. Como un espejo que busca mostrar los distintos modos de la maldad, la narración que crea supone una mayor profundidad en cuestiones de guión, al buscar más una crítica social y política del momento.
Un camino de crecimiento y reconocimiento personal. Amenábar se ha convertido en una figura indiscutible del cine español y también del internacional. Especialmente si hablamos del miedo, es el que mejor sabe cómo hacerte ver fantasmas donde no los hay. ¿O quizá sí?