A pesar de tener una carrera llena de altibajos, podemos confirmar que la gran mayoría de películas de Jay Roach está enfocada a buscar una sonrisa en su espectador. Con una filmografía que ha acompañado a familias enteras y que ha compuesto gran parte del imaginario colectivo de los adultos actuales.
Comienza por la puerta grande con todo un pelotazo, la primera entrega de una triología que reconocemos todo el mundo: Austin Powers (1997). La historia de un “atractivo” espía en los años 70 y su enfrentamiento con el Doctor Maligno.

A modo de parodia, nos encontramos al cómico Mike Myers haciendo comedia sobre el género de acción y, concretamente, de la imagen elegante y clásica de James Bond. Tal fue su éxito a nivel de público, que le seguirían sus hermanos menores: Austin Powers 2: La espía que me achuchó (1999), que tuvo mayor éxito si cabe que la primera entrega, y Austin Powers en Miembro de Oro (2002).
Pero, mientras tanto, Roach no se quedaría con las manos quietas. Lanzaría a la gran pantalla otra película de la que siempre se sacan buenos momentos y que cuenta con un elenco muy llamativo. Los padres de ella, estrenada en el 2000, nos expondrá el enfrentamiento claro y abierto de Ben Stiller, un joven que va a conocer a los padres de su novia, y Robert De Niro, su suegro, que nunca pensará que este chico estará a la altura de su pequeña.

Tras un “pequeño parón” en cine por dedicarse a la televisión, con la nueva década llegara la versión americana de La cena de los idiotas, que recibió una crítica deleznable por alejarse del título original francés. También en 2012, llegará En Campaña, una comedia de tintes políticos en el que dos figuras se verán enfrentadas de la forma más absurda posible.
Con Trumbo, dirigida en 2015 y basada en la biografía de Dalton Trumbo, se nos presentará la vida de idas y venidas de uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood en los años 40. Con Bryan Cranston al frente, se expondrá toda una fotografía realista de la situación que vivían los creativos de aquella época: presión constante, búsqueda del éxito ante todo y el peligro acechante de la página en blanco.
Dejándonos algunos filmes menores en el tintero, se puede decir que el camino de Jay Roach ha sido, cuanto menos, lleno de idas y venidas aunque con un ritmo constante. La mayoría de sus títulos no se consideran como películas de culto, pero tampoco le hace falta. Se ha basado en querer hacer disfrutar al espectador, antes que alimentar su ego. Un artista que ha sabido que, utilizando el cine, puedes encontrar muchas vías de comunicación positiva.