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‘The Young Pope’: religión y existencialismo

La palabra «inconfundible» apenas valdría para catalogar el estilo de uno de los directores con mayor peso y autenticidad del cine europeo actual. Adicto a lo sofisticado y extravagante, Paolo Sorrentino es un maestro en el arte de la contradicción. No solo en lo referente a su visión cinematográfica, tan compleja en su forma como inequívoca en su mensaje, sino también a la hora de despertar sentimientos en su público, que se polariza entre detractores y fanáticos.

Su sello único y personal es fruto del sólido trabajo del cineasta italiano, que durante los últimos años ha ido alargando su propia sombra tras realizar largometrajes como La gran belleza, la cual le valió un Oscar y el reconocimiento mundial, o La Juventud, la cual algunos devotos del director consideramos su mayor ejercicio de madurez y sensibilidad.

Pero después de rodar sus dos obras más notorias, la ambición llamó a la puerta del napolitano y le sedujo para pasarse a la “pequeña pantalla”. Cuatro años más tarde, seguimos recordando (y amando) ese cóctel de poder, religión, elegancia y existencialismo que es The Young Pope.

Sorrentino vuelve a adentrarse en su amada Italia con una miniserie de diez capítulos que abarca los inicios del papado ficticio de Pío XIII. Joven, recto y conservador, su nueva Santidad es, aparentemente, la marioneta perfecta que permitirá a algunos miembros de la curia manejar los entresijos de la Santa Sede.

Pero, como buen fan de la controversia, el cineasta italiano nos presenta a un protagonista dispuesto a revolucionar la Iglesia y a no sucumbir a ninguna voluntad que no sea la suya propia. Pío XIII, terrenalmente conocido como Lenny Belardo, rehuye de las tradiciones papales y cuestiona los cimientos sobre los que descansa el poder del Vaticano.

Sin embargo, más allá de funcionar como una crítica a la Iglesia Católica y a su inmensurable poder, The Young Pope podría verse como un ensayo sobre la fragilidad humana y cómo nuestras experiencias, en este caso traumas, pueden forjar la persona que somos y las decisiones que tomamos.

A nuestro protagonista le persiguen los demonios de su infancia. Tras ser abandonado en un orfanato católico, crece con la única figura maternal de la hermana Mary (Diane Keaton), una de las monjas encargadas del lugar. La ausencia de sus padres representa el talón de Aquiles de Lenny. El pensamiento que no desaparece de su cabeza y le obliga a crear una coraza contra el mundo y contra sus sentimientos. Es el conflicto interno que lo lleva a cuestionar su fe y su propia existencia.

Esa dualidad entre la impasibilidad y la fragilidad es interpretada a la perfección por Jude Law, que hace uso de su innegable carisma para regalarnos uno de los mejores papeles de su carrera. Con la versatilidad por frontera, el británico se mueve cómodamente entre diálogos incisivos y momentos de reflexión, entre Pío XIII y Lenny Belardo. Y su séquito no se queda atrás, las elegantes actuaciones de James Cromwell, Cécile de France, Ludivine Sagnier y compañía están a la altura de unos personajes tan interesantes como cruciales a la hora de dejar ver nuevas facetas del joven papa.

No, no nos hemos olvidado de Silvio Orlando y Javier Cámara. Más bien, que nos perdone Su Santidad, porque es tanta nuestra devoción por sus personajes que necesitamos dedicarles un párrafo aparte. Don Angelo Voiello, el hombre bajo el telón. Manipulador, astuto e hincha del Nápoles. Todos sentimos un amor-odio por el cardenal más perspicaz de la Santa Sede.

Nos fascina su astucia tanto como nos irrita su insistencia. Es un secundario único, capaz de hacerle frente al mismísimo papa y culpable de los momentos más hilarantes de la serie. Traído magistralmente a la vida por el gran Silvio Orlando, algunos seguimos soñando con el día que Sorrentino nos bendiga con un largometraje coprotagonizado por Orlando y Toni Servillo.

Y, ¿qué decir de Javier Cámara? Un actor todoterreno que ha demostrado, una vez más, que pocas cosas se le resisten. En esta ocasión, le ha tocado interpretar a un personaje profundamente bello. Preso de la complejidad humana, monseñor Gutiérrez representa la cara más bondadosa de la curia. Podríamos destacar su arco o su presencia, pero si por algo te roba el corazón, es por la química y los diálogos que mantiene con Lenny.

En el apartado técnico, resulta imposible escribir este artículo y no mencionar el exquisito trabajo de recreación desarrollado para simular las estancias vaticanas. El rodaje, que tuvo lugar mayoritariamente en los estudios de Cinecittá y algunos jardines de Roma, reproduce con maestría los interiores y exteriores de la Santa Sede. Sumado a la impecable fotografía de Luca Bigazzi, habitual de Sorrentino, y a una selección musical de lo más peculiar, el resultado es una experiencia audiovisual irrepetible y llena de simbolismo.

The Young Pope es otro gran ejercicio de dirección por parte de Sorrentino. Una serie pintoresca y repleta de matices que se va deconstruyendo a medida que pasan los minutos para dar paso una historia profundamente humana. Si, tras verla o revisionarla, esta dosis de divinidad te sabe a poco, estás de suerte. Este mismo año, tras presentarla en el Festival de Venecia, Sorrentino estrenó la segunda temporada o continuación de la serie. The New Pope cuenta con diez capítulos y, al igual que su predecesora, está disponible en la plataforma de streaming HBO España.

Trailer primera temporada The Young Pope

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