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Alex G: ‘House of Sugar’

Alexander Giannascoli comenzó desde muy joven a interesarse por la música, tanto que abandonó su carrera universitaria para dedicarse enteramente a desarrollar su pasión. En 2010, con tan solo 17 años, subió su primer álbum a BandCamp y en 2015 ya tenía bajo su haber la friolera de hasta seis álbumes, que le valen los primeros elogios de público y crítica. En esta etapa ya se vislumbra la riqueza musical en sus canciones, dobles voces y capas de arreglos envueltos en un bedroom pop impregnado de mil géneros e influencias.

El boca a boca juega un papel importante para los primeros proyectos de cualquier artista, y este es uno de los casos en los que el esfuerzo, una prolífica etapa creativa y un talento tan desbordante no puede pasar desapercibido. Su meteórico crecimiento le lleva, entre otros proyectos, a encargarse de las guitarras y diversos arreglos en Blonde y Endless de Frank Ocean.

Tras fichar por Domino Records en 2015, el joven músico que comenzó autoeditando sus propios trabajos, fue encontrando diversos caminos por los que transitar en sus canciones, rellenándolas de sonidos y composiciones dispares, siempre de la mano del lo-fi y del indie-folk.

Pronto se convierte en una de las promesas musicales de Internet y en 2015 y 2017 pública Beach Music y Rocket respectivamente. Trabajos en los que se aprecia una evolución hacia algo mucho más complejo, inclasificable y oscuro que explota en su último trabajo, House of Sugar. Esta evolución se debe a una etapa de miedo, drogas, egoísmo y autodestrucción que el propio Alex vivió en sus carnes cuando compartió piso. Sensaciones amargas que se reflejan tanto en las letras como en su música.

El álbum es una lucha constante entre la belleza y el horror de vivir. Entre controlar el lado autodestructivo y negativo que a todos nos acompaña o dejar que nos domine. Cuando la melodía te está llevando por un lugar idílico y seguro, suena de repente un acorde que no encaja y lo tuerce todo y que te lleva por otro lugar. Confunde al oyente, creando así una atmósfera gris en la que es difícil sentirse cómodo durante las primeras escuchas.

La figura de Elliott Smith es fundamental en la música de Alex G y en la manera de transmitir sus miedos y la inestabilidad que le acompaña. Rescata también la nostalgia del indie rock noventero de grupos como Pavement, Yo La Tengo o Built to Spill aunque con un aire más turbio y siniestro cercano a la agonía de las piezas electrónicas más crípticas de Radiohead, pasando por la contundencia del Grunge y la delicadeza de Sigur Rós.

Esta dicotomía se refleja en Walk Away, primer tema del disco en el que Alex canta y repite desesperadamente la frase Someday I’m gonna walk away from you / Not today, not today, superponiendo voces e invirtiendo la batería y las guitarras en ciertos momentos mostrando así las diferentes caras de la condición humana.

En Hope se narra la muerte de uno de sus amigos por sobredosis de Fentanyl en uno de los temas más íntimos del disco para pasar a la “alegre” Southern Sky, en la que la melodía de un teclado se mantiene a modo de nota pedal mientras la guitarra va cambiando de acordes y la melodía se desvanece para dejar paso a unos arreglos de violín que nos llevan al lado más country y austero del disco.

Gretel comienza con un riff que perfectamente podría haber salido de las guitarras de Alice In Chains para después llevarnos a unas armonías más agradables. La letra es una reinterpretación del clásico Hansel y Gretel en el que esta vez Gretel deja morir a Hansel y siente remordimiento no por la muerte de su hermano, sino por no poder comerse la casa de azúcar, cayendo así en la espiral de egoísmo y adicción que se repite durante todo el disco.

Con Near o Proyect 2 (que podría pasar por un corte del Kid A) el sonido se vuelve cada vez más tétrico y experimental, predominando el uso de sintetizadores, moduladores de voz y versos repetidos para crear una sensación incómoda y perturbadora que concluye en Bad Man con una melodía apacible, una letra desoladora pero un final esperanzador. 

Con In My Arms, Cow y Crime el disco vuelve a coger un poco de color y el optimismo calma el desasosiego sin abandonar el poso de tristeza que rezuma en toda su obra para cerrar con SugarHouse, un precioso tema que nos recuerda a las baladas del Sprengsteen más intimo.

House of Sugar es el álbum más ambicioso y sólido de uno de los músicos jóvenes con más personalidad del panorama actual. Donde ha sabido deconstruir todas sus influencias para crear algo innovador y ambivalente que provocará reacciones muy diferentes en cada melómano que se acerque a para escucharlo.

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