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‘Cantando a las poetas del 27’ de Sheila Blanco: Sin nosotras, la historia no está completa

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Como os venimos contando estas semanas, esta revista cumple cinco años y queríamos celebrarlo con nuestros propios festivales de televisión, música y cine dándole visibilidad a aquellas obras que para nosotras no habían tenido el reconocimiento que debían tener. Esta semana, estamos en pleno festival de música y, si hay una disco que merece reseñarse por todo lo que implica ese es el Cantando a las poetas del 27 de Sheila Blanco.

Quizás muchas y muchos tenéis ahora más en vuestro radar a Sheila Blanco porque, junto a Víctor Clavijo, han sido unas de esas personitas que nos han hecho el confinamiento más llevadero: el primero por declamar todo lo que se pusiera a tiro: desde un prospecto, un poema de Lope o una canción de reggeaton, y la segunda con la serie Bioclassics, cantándonos las biografías de compositores clásicos; es además de una persona extraordinaria, periodista y música. La hemos podido ver en proyectos en solitario como Sheila Down o, en grupos como Toch o Puro Gershwin.

Volviendo al disco que nos ocupa, decíamos que si hay un disco que merecía reseñarse en este aniversario es el de Sheila Blanco. Ya no sólo porque es un trabajo perfecto sino, porque si nuestra fuente de inspiración para celebrar este aniversario es dar visibilidad, entronca con lo que sintió la propia Sheila Blanco al tener constancia de las extraordinarias mujeres que habían pertenecido a la generación del 27 y de las que apenas se sabe nada.

Cantando a las poetas del 27 vio la luz a finales de 2019, pero podemos decir que comenzó a gestarse en febrero de 2016, cuando la propia Sheila Blanco acude a la presentación del proyecto multidisciplinar de Tània Balló: Las sinsombrero, en el Palacio de la Prensa de Madrid. Y allí se empieza a preguntar por qué no le había extrañado al estudiar Literatura que no le hubieran hablado de estas extraordinarias mujeres y, no sólo eso sino por qué no se había parado nunca a preguntarse por qué siempre se nos silencia a las mujeres. Ahí comienza una gran labor de documentación que se materializa en un disco, el cual contiene 10 poemas musicalizados que además han supuesto para la compositora volver a sus orígenes creativos, acompañándose sólo del piano y su voz.

Comenzamos este viaje con Ernestina de Champurcín y Primer exilio; esta carta de presentación es un compendio de versos de la autora extraídos de su poemario homónimo. Sheila Blanco con su composición consigue que sintamos la desazón y el sentimiento de pérdida que experimentaron y experimentan las personas que deben exiliarse.

Segundo corte del disco y para nosotras, uno de los más potentes con ese Roja, toda roja… de Elisabeth Mulder. Un poema y una canción con la que se puede sentir la impotencia y la tristeza con la que aprendió a vivir esta mujer mayúscula y que, a pesar de todo, estaba llena de vida y vitalidad. Investigad sobre Elisabeth Mulder, si en ningún caso se explica no tener apenas constancia de estas mujeres, en su caso es aún más inexplicable.

Necesitamos un respiro y una especie de abrazo para sentir algo de confort y, así, llegamos a Nadadora; poema naif pero en el que se entremezclan las dos pasiones de Concha Méndez: la natación y la poesía. Y, con la música y la voz de Sheila Blanco podemos sentirnos en el mar.

De la atmósfera marítima nos vamos a otra que nos evocan esos espíritus soñadores que viven enamorados de la literatura y de la vida y, así tenemos Amor, poema de Dolores Catarinéu.

Llegamos a otro de los cortes que nos pirran con ese Romance, poema de Margarita Ferreras ferviente admiradora de Lorca, cuya influencia se pone de manifiesto en los versos de Ferreras y cuyo toque le ha sabido dar a la perfección Sheila Blanco con ese toque andaluz y lorquiano.

Con Pétalos. Quiero besarte la risa si no nos dicen que está cantando Sheila Blanco un poema de Josefina Romo Arregui bien podríamos pensar que es una canción de Amaia Romero. Y, esto para nosotras es algo positivo y nuestra forma de poner de manifiesto lo universal del discurso de estas mujeres casi olvidadas. Otra de las joyitas de este disco. Una pieza sencilla y de gran belleza.

Dolor y gozo y se nos escapa un suspiro al pensar en lo que nos está contando Pilar de Valderrama, la Guíomar de Antonio Machado. Nos los podemos imaginar juntos, paseando, compartiendo esa mutua admiración pero con la tristeza y el sentimiento de culpa que sentía Pilar de Valderrama. Tristeza y desasosiego que se nos quedan clavadas al escuchar las palabras de la poeta cantadas a piano y voz por Sheila Blanco.

Vamos llegando hacia el final o, al final de lo que es este homenaje a algunas de las mujeres de la generación del 27 con el En la tierra de nadie de Carmen Conde. Poema que nos habla de lo que sintieron aquellas personas que decidieron no exiliarse porque consideraban que su deber era quedarse y ayudar desde dentro. Y, aunque es una canción que transmite cierta melancolía, en el fondo también transmite cierta sensación de esperanza y libertad.

Y, si decíamos que el anterior corte era el último de esta selección de las poetas del 27 es porque la penúltima canción del disco y, la única cuya composición musical y arreglos no son de Sheila Blanco, sino de Xoán Montes Capón, es el Negra Sombra de Rosalía de Castro. Muchas personas se preguntarán que hace esta giganta de las letras en un homenaje a las mujeres de la generación del 27, cuando no pertenece a esta generación.

La respuesta es doble: por un lado, por la carencia de referentes femeninos entonces y, ahora. Rosalía era de las pocas figuran femeninas que servían de faro a todas estas mujeres. Y por otro lado, el elegir el Negra sombra y el asombrar gallego que significa «ensombrecer o dar sombra a una cosa y no dejar que crezca nada», sirve como metáfora a lo que les ha pasado a estas mujeres y, a las mujeres en general, a lo largo de la Historia. Poner música a este poema es una especie de catarsis, una forma de quitar esa sombra para que vuelva la luz.

Y, así llegamos a la última canción. Poema de la propia Sheila Blanco y, usando como puente a Rosalía de Castro entre esas maravillosas mujeres y nuestros días, nos canta Pájaros negros que hila a la perfección con esa Negra sombra para alejar las nubes negras y a los pájaros de mal agüero y dejar brotar libremente a la creatividad y a los sentimientos.

Y, así, se termina la escucha de este disco, de ese viaje por el tiempo. Con lágrimas en los ojos de la emoción y el cerebro sobreestimulado por lo que acabas de sentir y conocer.

Ojalá a través de este trabajo de Sheila Blanco muchas más personas sientan la curiosidad de saber más y se tome conciencia de la necesidad de recuperar y divulgar la memoria de estas mujeres que rompieron las normas sociales y culturales. Mujeres valientes, cultas y talentosas que se enfrentaron a una sociedad fuertemente patriarcal y misógina que las rechazó y, que en cierta manera, las sigue rechazando manteniéndolas ensombrecidas. Las mujeres somos la mitad de la población y sin nosotras, la Historia no está completa.

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