Todo se acaba y nuestros festivales para celebrar nuestro quinto aniversario llegan hoy a su fin y, qué responsabilidad cerrarlos. Si nos habéis ido leyendo ya sabéis que el leitmotiv de estos festivales era darle visibilidad a aquellas obras que pensábamos que merecían haber tenido más relevancia, a esas caras B.
Ha sido curioso, como si se cerrase así el círculo, que la película de la que os voy a hablar haya sido a su vez mi propia cara B para el Festival de Cine. Todo gracias a Netflix que hace muy poco subió a su catálogo Hearts Beat Loud o Ritmos del corazón (título en España) y tuve claro que quería hablar de ella. Yo también tuve la gran suerte de poder verla en el cine en la edición de 2019 del Americana Film Fest donde creo que nos enamoró a gran parte de las personas que la vimos.
Decantarme por la película de Brett Haley fue precisamente por el hecho de que o tuvimos suerte de verla en el cine dentro de la programación de algún festival o, directamente ha pasado a ser estrenada en una plataforma. Que no está mal, pero resulta triste teniendo en cuenta la cantidad de películas que se estrenan en cine de dudosa calidad, que el cine independiente se vea damnificado y pase a estrenarse, en el mejor de los casos, en vídeo o plataformas. Es una pena porque la película de la que os hablo creo que nos podría venir muy bien verla en el cine, dados los tiempos extraños que estamos viviendo y experimentando.
En Hearts Beat Loud, Frank (Nick Offerman, probablemente más conocido por el público por sus papeles en series de televisión como Parks and Recreation (‘Ron f***ing Swanson!’) y Fargo) es dueño de una tienda de discos donde ha ido viendo como la clientela se ha vuelto perezosa y en vez de disfrutar de ese bendito placer que es ir a mirar discos y descubrir joyas, han preferido irse al lado oscuro de las compras on line; así que pasa los días en su tienda de discos principalmente fumando y mirando vídeos en YouTube.
Frank, viudo y con su hija Sam (Kiersey Clemons) a punto de irse de casa para ir a la universidad a estudiar medicina, se enfrenta al vacío existencial que la partida de su hija le supone al darse cuenta de que los pocos momentos de felicidad y distracción que tiene son en las jam sessions que organiza en la tienda con su hija.
Una noche, cuando graban la canción Hearts Beat Loud, Frank está tan impresionado con su hija que decide subir la canción a Spotify. Cuando la canción llega a la lista de reproducción de un café local unos días después (#lifegoals), trata de convencerla para que formen un grupo. Pero Sam, que sabe cómo es su padre y lo que ella quiere, sigue firme en su decisión de irse para estudiar.
Lo que hace que Hearts Beat Loud sea una película tan increíblemente buena es, sobre todo, su capacidad de hablar de temas tan delicados y tan duros como la muerte o el Alzheimer de una forma sincera y natural sin caer en dramatismos exagerados que sólo buscan la lágrima fácil.
La sexualidad de Sam, por ejemplo, es simplemente un hecho, no lo que la define; como la Irene Larra de El Ministerio del Tiempo. Padre e hija salvan sus diferencias encontrándose en la música, que funciona como un personaje más de la trama, aligerando esos momentos más dramáticos y evitando incluso esos diálogos tremebundos que nos podríamos encontrar en otras cintas, dándonos además una banda sonora de lujo. Es este carácter tan sutil y honesto de narrar la lucha que muchas veces es la vida y cómo lidiamos con las cosas que nos van sucediendo, que en ocasiones nos pasan por encima arrollándonos, lo que hace que nos conmueva y nos emocione tanto.
Y, por otro lado, está la maravillosa química entre todos los protagonistas. La relación paterno filial creada entre Offerman y Clemons es tan real que te cuesta creer que no sean padre e hija en la realidad. Las escenas entre Ted Danson y Nick Offerman haciendo bromas mientras beben son dignas de enmarcar y, luego tenemos a esa maravillosa intérprete que es Toni Collette, merece destacarse esa escena en el bar karaoke. Con semejantes actores, incluso cuando el guión hace un poco de aguas, apenas se nota, y esta tragicomedia familiar consigue resultar auténtica, ganándose el corazón de los espectadores.
Además, en mi opinión, es de las mejores cintas de Brett Haley y eso que para mí All the Bright Places es muy especial; pero esta para mí es la más amable, enternecedora y con los personajes más redondos. Hearts Beat Loud es consciente de lo que es y Haley también y por esta honestidad que no es fácil de encontrar, merece más. Démosle visibilidad al menos en Netflix.