Sobra decir que este año pasará a la Historia y que, como poco, podemos calificarlo como «raro», pero para no quedarnos con un mal sabor de boca, desde esta redacción hemos querido centrarnos en lo que nos ha ayudado a sobrellevarlo: la cultura.
Aunque ya lo teníamos claro, por si cabía alguna duda, este año tan duro ha demostrado lo necesaria que es, no solo por dar trabajo a muchas personas, sino por servir de refugio a tantas otras. Esta es nuestra pequeña oda a los faros que nos han ido iluminando el camino en tiempos de zozobra, esta es nuestra pequeña oda a la cultura:
Radio3, El Ministerio del Tiempo, Filmin y mucho más – Patricia López Delgado

Radio3 lleva conmigo prácticamente desde que tengo uso de razón pero en un año cómo este ha pasado a ser un miembro más de mi familia haciéndome más amena la jornada de teletrabajo y las horas de soledad durante el confinamiento, descubriendo proyectos tan bonitos como el de _Juno o esa maravilla que se ha marcado Taylor Swift con Folklore o las recomendaciones literarias entre Jorge Barriuso y los oyentes.
En este año, también he batido récords de visionados de Mi vecino Totoro (1988, Hayao Miyazaki) en las infinitas noches de insomnio porque me relajaba imaginar que estaba al cobijo de su mullida barriga. Revisarme El Ministerio del Tiempo para tenerla fresca para el estreno de su cuarta y última temporada; joya creada por los hermanos Pablo y Javier Olivares, una serie que en sí misma es una reivindicación de la Historia, la Ciencia y la Memoria Histórica. También doy gracias a Eric Kripke por adaptar el cómic de Garth Ennis y Darick Robertoson: The Boys y darnos esa maravilla que ha sido la temporada 2 y enamorarnos aún más de Frenchie (Tomer Kapon).
Para finalizar este pequeño homenaje a mis faros en este año de mierda, no querría dejarme a Filmin, que ha hecho milagros dando cabida a festivales para que se pudiesen celebrar de forma online y en los que hemos podido descubar autenticas joyas de este año como Los Lobos (2019, Samuel Kishi). Y, cuando por fin nos pudimos reencontrar con las salas, disfrutar de obras como Las niñas (2020, Pilar Palomero) y el esfuerzo de Avalon para que por fin pudiéramos ver en salas esa joya que es Under The Skin (2014, Jonathan Glazer). La cultura es segura, es trabajo y es necesaria. Cuidémosla.
El mató a un policía motorizado – Javier Grande Sanz
El destino quiso que el último concierto al que pude asistir antes de que todo explotara fuera para ver, por fin en directo, a El Mató a un Policía Motorizado. Se puede interpretar que fue pura casualidad, pero yo prefiero pensar que no lo fue. Santiago y sus muchachos ya me venían cuidando con sus canciones desde hacía un buen tiempo, y sabían que teclas apretar cuando 2020 se empeñaba en dosmilveintenear. Pero el recuerdo de ese directo, en una sala abarrotada, con gente sudorosa, bailando y saltando a mi alrededor, me hizo mantener la esperanza de volver a estar rodeado de gente, solo disfrutando de mis canciones favoritas, sin pensar en virus ni mascarillas.
Fantaseando con ese momento en el hall de la Fabra i Coats de Barcelona, con el concierto terminado camino a la salida con una sonrisa grabada en la cara, cuando todos cantamos el estribillo de Chica de oro, deseando fuerte una próxima cita para gritar sus canciones. Era una obviedad, pero Spotify se encargó de recordarme que en este 2020 había rallado sus canciones, y ese repaso no tiene en cuenta las veces que puse sus vinilos o las veces que busqué sus conciertos en Youtube.
Nuevos Discos resonaba en mi cabeza como un mantra cuando pudimos volver a caminar por Barcelona, animándome a procesionar hacia mis tiendas de discos favoritas para revolver vinilos. Igual que Más o menos bien y Mi próximo movimiento me hicieron mirar al futuro con otra perspectiva. 2020 no ha sido fácil para casi nadie. Hubo momentos en los que levantarse no fue fácil y, quien más y quien menos, nos hemos refugiado en la cultura, que siempre acude al rescate. Yo no soy excepción. El Mató me salvó con sus canciones.
Min Yoongi en particular y el K-pop en general – Alicia

Si pienso en algo que me haya salvado en el 2020, irremediablemente mi cabeza se va a la época más dura que hemos vivido este año: el confinamiento total. Durante este periodo, inicié mi desconexión voluntaria de las redes sociales, la televisión, la radio y la prensa en general, intentando así no sucumbir a la paranoia y ansiedad generalizada que se expandían vertiginosamente, como si de una segunda cepa del virus se tratase.
¿Y dónde hallé mi refugio?, pues en artistas de un país que llevaban ya tiempo sufriendo las consecuencias del COVID-19 y, sin embargo, habían encontrado maneras y fuerzas para seguir actuando, seguir creando música, seguir en contacto con sus fans… en definitiva, seguir siendo los faros que siempre han sido para tantísima gente no solo en su país, sino en todo el mundo.
Sí, el k-pop ha sido mi refugio en el 2020, aunque sin duda alguna, durante el confinamiento un artista en particular me ayudó especialmente: Min Yoongi, también conocido como Suga de BTS y Agust D en sus trabajos en solitario. Él es uno de los pilares mentales de BTS y, durante este periodo, también fue uno de los míos. Con sus programas de radio improvisados, sus directos en los que tan pronto hablaba con los fans, como se ponía a pintar un cuadro desde cero y, por supuesto, con el primer regalo musical que nos dio a principios de mayo en forma de colaboración con IU y su regalo final poco después: su mixtape, D-2.
Y así, pasaron los meses y me contagié, pero de su capacidad creativa, su serenidad y su sabiduría. Me ayudó a poner los pies en la tierra, cuando solo parecía encontrar castillos de naipes y por eso, le estaré eternamente agradecida.
Los festivales de cine online han sido nuestra realidad – Álvaro Juárez Campoy
No os podría responder qué hubiera sido de mí sin Filmin y sus festivales online. Y es que, aunque las salas y los espectáculos de cine nos necesiten ahora más que nunca, cuando no se podía, ahí estuvieron los eventos valientes como el D’A Film Festival o el Atlántida Film Festival para programar sesiones de películas recientes con las que nuestro planning rutinario de enclaustramiento se hacía un poco más ligero.
Quizás, ahora, este auge de las plataformas haya desembocado también en otro aspecto negativo con las nuevas declaraciones de estrenos directos en HBO Max, como Dune o matrix 4, pero no hay que quitarle mérito a aquellos medios que se arriesgaron a que nuestros días raros fuesen menos raros y más actuales. Parafraseando a Enrique Lavigne, en una respuesta sobre la cuestión del estreno al momento de su película en Orange TV a la vez que en el Festival de Málaga: «Entiendo que las salas ahora sufren y más que nunca debemos estar con ellas, de hecho estar aquí presentando Los europeos es extraordinario; pero el cine también es una cuestión universal y que su alcance se expanda y llegue al máximo público posible, sea como sea, esa es nuestra meta».
Canalizar 2020 en la sucesión de historias que han venido hasta la puerta de casa para rescatarnos, algo que por lo menos, a mi, no se me va a olvidar. Y algo que tampoco se me va olvidar, claro está, es que en ningún sitio como con el pantallón y el olor a palomitas recién hechas. Bendito sea el cine, sea como sea.
The Office en tiempos de Nadie por las calles – Patricia Palomares Sánchez
Puede que empezar a ver The Office fuese una de las mejores decisiones que tomé al inicio de la cuarentena. Cuando todavía era una de esas inocentes personitas que creía que todo esto solo duraría un par de meses, Michael Scott apareció en mi pantalla para asegurarse de que pudiera disfrutar de al menos 20 minutos de buen humor, y un poco de vergüenza ajena, cada día.
Y es que The Office es una de esas series que nunca me decidía a ver y ahora está entre mis favoritas. ¿Quién me iba a decir que introducirme en Dunder Mifflin sería mi salvación? Salir de una oficina física para entrar en una audiovisual, ironías de la vida.
En el ámbito musical, durante el confinamiento Xoel López se encargó de presentar en pequeñas dosis su Serie Telemática, con la que pudimos revisitar algunas de las canciones de su trayectoria. Además, recientemente ha publicado su nuevo disco Si Mi Rayo Te Alcanzara, en el que se encuentra una joya que, si no habéis escuchado aún, deberíais: La espina de la flor en tu costado.
Y si a esto le sumamos las dotes adivinatorias de Santi Balmes a la hora de componer… ¡ya tenemos canción oficial para este 2020! Nadie por las calles de Love Of Lesbian se ha convertido en uno de esos temas clave para la época de pandemia, de igual forma que en Navidad escuchamos villancicos o en Nochevieja Un año más de Mecano. Eso sí, aunque sea un temazo, espero que no tengamos que escucharlo por este motivo durante mucho más tiempo.
“Y si no hubiera nadie por las calles, nadie por las calles ¡qué poco importaría!”
De cuando las dragqueens, el tontipop y los dramas coreanos salvaron mis neuronas – Ana Blanco Casero

No es necesario añadir que en tiempos donde todo está del revés tu mente no es siquiera capaz de procesar toda la locura que se está viviendo (“¿Es este el verdadero fin del mundo? ¿Desde cuándo soy Sandra Bullock en una peli post apocalíptica?”). Ante esta locura y apostando por la poquita salud mental que me quedaba, como millenial, no podía hacer otra que buscar la risa.
Pero… ¿qué elegir cuando ya lo has visto “todo”? Como buena señora que me he convertido en esta cuarentena, apareció ante mí el elemento más mamarracho y maravilloso del mundo: Rupaul’s Drag Race.
Un reality más que de sobra conocido y que fue capaz de sacarme todas las risas que necesitaba, que me mantenía pegada a la pantalla por sus dramas y que eran capaz de emocionarme de maneras que me olvidase de todo lo que estaba ocurriendo fuera. Eso, junto a mis suscripciones a doramas coreanos llenos del mayor salseo y drama del que jamás habrían soñado ni en la mejor telenovela mexicana.
“¿No es este tipo de contenido una frivolidad?”, os preguntaréis. Puede ser. Pero cuando todo a tu alrededor se desmorona, te agarras a la primera piedra que te remueva algo por dentro.
Junto a esto, me deje llevar por otra cosa que da más miedo: el género de terror malo. Y no hablo de los clásicos… no, no. Sino de auténticas chapuzas del nivel de Zombies Nazis, pero con peor producción. Una mezcla que aterrorizaba, pero que me hacía sentir que lo que ocurría en mi realidad al menos estaba bien guionizado. Además de darle mi propia y buena banda sonora gracias a conocer más en profundidad a Amaia, bailar en bragas las versiones caseras de Veintiuno, llorar con Lord Huron e imaginar la vuelta a ESA tan añorada normalidad con Cariño.
Un cargamento de terror, judíos mata-nazis y heavy metal, por favor – Lidia Baños

Si 2020 tuviera rostro, sería el de Dolores Umbridge como mínimo. Y, para soportar tan terrible pesadilla, no ha habido mejor hechizo que la cultura. Cada uno de los redactores hemos tenido nuestro expecto patronum particular, y el mío sin ninguna duda ha sido el cine.
Antes de que todo estallara, fui a ver The Gentlemen, la última de Guy Ritchie, sin saber que tardaría muchos meses en volver a las salas de cine. Después de aquello, cambié las butacas y las palomitas de mantequilla por la silla de mi habitación, donde desde que empezó el confinamiento devoré toda clase de películas de terror, desde clásicos hasta obras más recientes. Sí, el cine de terror fue mi vía de escape, quizá porque entre los gritos de las horror queens y las escenas gore encontraba consuelo y me narcotizaban para el horror que estábamos presenciando en la vida real.
Pero, aparte de disfrutar de mi género favorito, algunos estrenos que me han salvado el año ya sea desde casa o en el ansiado regreso a las salas de cine han sido la satírica The Hunt, la esperadísima Tenet, la emotiva Onward y, mucho más recientemente, la joya Sound of Metal de Amazon Prime Video.
Y, como cabía esperar, por hablar de cine apenas me ha quedado espacio para destacar mis series salvavidas, así que seré breve: mi top 3 de 2020 ha sido Hunters (Amazon Prime Video), Ratched (Netflix) y The Boys (Amazon Prime Video). También he sido otra de las compañeras que ha comenzado a amar The Office (Amazon Prime), he llorado con la maravillosa Veneno (Atresmedia) y he caído en mi guilty pleasure del año, Julie and the Phantoms (Netflix), del creador de High School Musical (no me juzguéis, que bastante se ha cebado ya 2020…).