Creada por Alena Smith, Dickinson fue una de las primeras series que acompañó el desembarco mundial de Apple TV+ en noviembre de 2019 y la única que lo hizo con su temporada al completo el mismo día de estreno. Competir en visibilidad cuando tienes ahí “la serie de Jennifer Aniston y Reese Witherspoon” o “la serie de M. Night Shyamalan” no era fácil.
¿Cómo captar la atención del espectador potencial con una serie en apariencia orientada al público juvenil, ambientada en el siglo XIX y basada en una personalidad literaria como Emily Dickinson? Sin duda, su formato coming of age, con capítulos de poco menos de 30 minutos de duración, cargados de humor negro y una relectura en clave feminista y sensibilidad modernas ayudan a subvertir muchos de los prejuicios que puedan provocar esas etiquetas de entrada. Sumados a un gran guion, fantásticas interpretaciones y la desbordante creatividad estética que emana la serie, acabó demostrando ser una de las apuestas más sólidas, refrescantes y estimulantes con las que se presentó la plataforma.

Lejos de caer en la mera caricatura o en el clásico esquema del biopic y jugando siempre con el imaginario colectivo sobre la poetisa, Dickinson navega entre lo surreal y lo teatral, lo real y la proyección emocional, para acercarnos a la vida de una joven Emily Dickinson (Hailee Steinfeld). Abriéndose camino entre los huecos de su historia, Dickinson juega tanto con la biografía conocida sobre la propia poetisa, la que puede otorgar su propia obra, así como la que pueda hacerse a través del contexto histórico que le tocó vivir con la Guerra de Secesión en el horizonte. Y sí, lo hace desde un imaginario moderno (ya sea en su vocabulario como en la banda sonora anacrónica que acompaña la serie), pero no por ello resulta menos efectivo en su ejecución.

Bajo esa pauta, la primera temporada de Dickinson nos mostró a una joven rebelde e irreverente que quiere convertirse en poeta; dispuesta a hacer lo que haga falta, pese a las trabas de la sociedad de la época o los deseos de su propio padre (Toby Huss). Conocimos a muchos de los personajes que ocupan un lugar importante en la vida de la poetisa como son su familia y, en especial, su vinculo con su cuñada-amiga-amada-amante Sue Gilbert (Ella Hunt): una de sus confidentes y principales receptoras de los poemas que escribía. Y aunque en cada capítulo se evoca siempre un poema distinto de la poetisa –aparecen por escrito en pantalla, en letras cursivas flotantes doradas– también dejó espacio para presentarnos algunas de las temáticas más recurrentes de su poesía, como es el caso de la figura recurrente de La Muerte, personificada por el rapero Wiz Khalifa.

La primera temporada fue una buena carta de presentación: tanto para el personaje central titular y su universo inmediato, como para la serie y su personalidad. Y, quizá por ello, la segunda temporada se ha sentido mucho más libre, completa y redonda.
Por un lado, el cambio de estrategia de estreno de los capítulos a formato semanal ha ayudado a visibilizar ese formato capítulo-evento de la serie y [junto a los de WandaVisión] han sido los capítulos sorpresivos más esperados y disfrutables de nuestros viernes seriéfilos de este primer trimestre de 2021. Por otro lado, señalar también que el hecho de conocer a la amplia mayoría de personajes ha conferido una mayor libertad a la hora de encauzar la temporada, sobre todo temáticamente.
I’m Nobody! Who are you?
Are you – Nobody – too?
Then there’s a pair of us!
Dont tell! they’d advertise – you know!
How dreary – to be – Somebody!
How public – like a Frog –
To tell one’s name – the livelong June –
To an admiring Bog!
Este grito de guerra –y uno de los poemas más conocidos de Emily Dickinson– ha servido como motor de la segunda temporada, explorando los atractivos y peligros de perseguir la fama y el impacto que puede tener en la creatividad artística de Emily.
Sin entrar mucho en detalle, la introducción del personaje de Sam Bowles (Finn Jones), el ambicioso editor de The Springfield Republican, tendrá un papel clave en convencer a Emily de llevar su trabajo un paso más allá y convertirse en una poeta publicada y afamada; sin obviar que Bowles será también uno de los principales disruptores en la relación de Emily y Sue en la temporada 2.
En un espectro más amplio, la idea de visibilidad y reconocimiento ha sido también el hilo conductor para las tramas del resto de personajes de la serie: desde la búsqueda de reconocimiento de Austin (Adrian Enscoe) frente a su padre (Toby Huss), que sigue sin verlo como adulto responsable y socio en el bufete; la Señora Dickinson (Jane Krakowski) que busca ser vista y reconocida por sus talentos como gran ama de casa de la época, sobre todo por parte de su marido; Lavinia (Anna Baryshnikov), la gran roba-escenas de la serie, que busca también ser reconocida como la mujer creativa y liberada que es (que grandes momentos ha dejado su obsesión con Lola Montez); o como Sue busca en esa imagen de dama influyente una forma de esconderse.

También y siguiendo la idea anterior, la temática del anonimato-visibilidad está de fondo en la historia en paralelo protagonizada por Henry (Chinaza Uche): el mozo de cuadra de los Dickinson. A diferencia de la primera temporada, en esta segunda han sabido sacar mejor provecho del personaje y contexto histórico de la serie. Con Austin como punto de apoyo, Henry publica un diario clandestino con el que apoya la causa del abolicionista de John Brown en el sur (recientemente hemos podido ver este personaje histórico encarnado en pantalla por Ethan Hawke en la miniserie The Good Lord Bird); un personaje cuyo destino fue parte de la mecha que llevó a la guerra civil estadounidense en 1861-1865.
Por último, hacer mención especial de la banda sonora de Dickinson y su peso dentro de la narrativa de la serie. Del score de Ian Hultquist y Drum & Lace, que evoca a sonidos electrónicos, a la supervisión musical de Gabe Hilfer y Devoe Yates con la selección de temas que van del pop al rap sin ningún tipo de pudor ni rubor, la banda sonora creada es dinamita. Ya lo demostraron en su primera temporada y en esta segunda no han hecho más que elevar el nivel. Entre nuestros momentos favoritos de la segunda temporada destacamos el del capítulo 6 en la ópera, cuando escuchamos Split the Lark –poema de Emily Dickinson musicado por el dueto Ian Hultquist y Drum & Lace al que Ella Hunt pone voz como Sue– y el momentazo voguing en el granero al son de Gon Blow de Cakes Da Killa, del capítulo 8 I’m Nobody! Sin duda, éste último, se lleva el premio a nuestro momento musical favorito de toda la temporada, por no decir de la serie.

Tanto si conocéis quién fue Emily Dickinson como si no, si no habéis visto la serie de Apple TV+, os podemos asegurar que no solo la serie os resultará de los más disfrutable: también os dejará con ganas de saber mucho más de la poetisa, así como de querer leerla, obviamente. Parte del mérito se lo concedemos a Alena Smith, la creadora de la serie, y su gran trabajo realizado en el proceso de concepción de la serie.
Además, no deja de resultarnos gracioso que, pese a saber que la idea de Dickinson se concibió años atrás y que la segunda temporada que justo ahora despedimos, se grabó antes del inicio de la pandemia en marzo de 2020, saber que Emily Dickinson vivió la mayor parte de su vida semi-confinada (por voluntad propia, eso sí) le han conferido un valor añadido en nuestro contexto actual que ha llegado a reconfortarnos, en ciertos momentos.
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