Comenzamos nuestra crónica del 24 Festival de Málaga con la ópera prima de Júlia de Paz Solvas. Esta estudiante de la ESCAC, junto a su compañera Núria Dunjó, han coescrito una obra que como cinta inaugural de sus filmografías, muestra del enorme potencial que atesoran ambas cineastas.
La historia sigue de cerca a Pepa (Tamara Casellas) una mujer que afronta la maternidad en un nuevo rincón de la costa brava, lejos de su Sevilla natal. Leila (Leire Marín) sigue a su madre por el mundo de errores y decisiones cuestionables que hacen de su relación madre e hija una catarsis tan singular como desgarradora. El pasado de Pepa perseguirá a ambas en este retrato en el que el perdón y el rencor juegan a tirar de la cuerda.
En base a esta historia y tras la rueda de prensa, se puede percibir que la intención de la obra es completamente activa, comprometida y diferente. En Ama, apreciamos a una protagonista que, sin tener un referente materno, afronta su rol de madre de la mejor manera que entiende. Algo que ha resaltado Júlia, durante su intervención en la entrevista:
«La creación de mis personajes la hago desde un punto donde no se juzga, caer en clichés de madres coraje es un tópico del cine, pero en el caso del personaje de Tamara, he intentado plasmar la realidad de muchas madres que viven esta misma situación en centros de acogida. Siendo el cine como espejo de ellas, confrontando los roles que nos imponen, sin dejar de lado esos miedos de lo que debería ser una madre.«
Con esta madurez en sus comentarios, las autoras sostienen su obra desde unas perspectivas muy cercanas a sus personajes, casi en todo momento del tipo plano medio y primer plano. Al igual que la iluminación, los parajes marítimos aportan un entorno tan vivaz y alegre, que la frialdad y la tristeza de lo que sucede realmente parece que se esconde, al igual que Pepa esconde su pasado.
El sonido que ensambla con los fotográfico también es un acierto. Este departamento usa elementos vitales del ser humano (como la respiración, los gemidos…) junto a elementos naturales (como el sonido del mar) o urbanísticos (discotecas, atascos de circulación…) para enaltecer la tensión y hacer que el espectador empatice con las desventuras de sus protagonistas. Inmersiva sería la cuarta palabra que describiría esta ópera prima, porque todos los ingredientes de su puesta en escena están seleccionados al milímetro para ello.
Aunque la técnica cinematográfica no lo es todo. Sin las interpretaciones titánicas de madre e hija, la película cojearía. Tamara y Leire son el sustento que le pone la guinda al pastel a esta cinta, sin duda. De la primera, sabemos que repite cast con la directora, pues hace cuestión de 3 años fue ella misma quien protagonizó el cortometraje que le da título a esta cinta.
Por su lado, la peculiaridad del casting de Leire nace cuando Júlia se cruzó con ella en un restaurante y vio a la actriz perfecta para interpretar a Leila. No sabemos lo que le deparará a esta jovencísima intérprete en un futuro, pero sí podemos asegurar que Tamara Casell estará en las apuestas de categoría interpretativa para los próximos Goya 2022.
En definitiva, el largometraje final de este proyecto de la ESCAC, que surgió de un concurso de cortometrajes, da con la tecla a la hora de proponer el cine como militancia y compromiso de los jóvenes creadores audiovisuales para hacer justicia. Le deseamos todo lo mejor a estas dos cineastas y a su trabajazo en el palmarés de la Sección oficial del Festival de Málaga.
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