Es curioso ver cómo a veces las películas coexisten en un plano similar, estando a kilómetros de distancia en el tiempo y el espacio. Este es el caso de uno de los bastiones latinos presentado en la Sección Oficial del 24 Festival de Málaga. Las mejores familias es un largometraje escrito y dirigido por Javier Fuentes-León. Narrado en un solo día, se nos presenta a dos hermanas, Luzmila y Peta, que trabajan como criadas para Alicia y Carmen, aristócratas y matriarcas de dos familias de »bien».
Mientras la ciudad es tomada por violentas protestas, una celebración de cumpleaños reúne a todos los miembros de las familias en la residencia de lujo que comparten ambas. Es así que, durante la celebración, un gran secreto del pasado hará temblar los cubiertos lujosos y la mantelería de seda.
Con esta premisa, apreciamos una comedia de enredos que ensalza la esencia telenovelesca predominante en Sudamérica. En escenarios limitados, con desencadenantes tan fortuitos e imposibles, el director peruano pone las cartas sobre la mesa. Presentando una comedia en un Festival Iberoamericano, donde prima el drama crudo y social, Fuentes-León se arriesga con una obra protagonizada por grandes figuras interpretativas como la peruana Tatiana Astengo, o la española Gracia Olayo. Un reparto con representación tanto peruana como internacional, en el que los obstáculos interpretativos caen como plumas debido a los grandes profesionales que la amparan.
Al hilo de la introducción, vemos que esta comedia enfrenta también aspectos actuales sobre las escalas sociales y las injusticias económicas de un país como Perú, al estilo de su coetánea Parasite y la situación de Corea. Sabemos que puede resultar un poco exagerada esta equiparación, pero nos sorprendió ver que, siendo ambas historias similares en su fondo, se podría pensar que una fuera plagio de la otra.
Pero no, ambas se rodaron en el mismo momento, con el único sesgo de la distancia, ya que las separa el Océano Pacífico. En la similitud a lo largo del tiempo, también vemos un aire al Buñuel de la etapa mexicana y francesa; con su Ángel Exterminador o, haciendo referencia al título de este artículo, El discreto encanto de la burguesía. Javier bebe de distintas fuentes de la que toma pizcas para construir un edificio firme y con buenos cimientos fílmicos.
Es cierto que el director no inventa nada nuevo, pero pese a ello, este film peruano sabe tocar las teclas correctas. Con un broche de oro magnífico, me atrevería a decir que estamos ante la película más redonda de lo que llevamos de festival. Autoconsciente de las diferencias entre un estrato social y otro, pero sin estar extremadamente sesgada, esta comedia tiene una simbólica y divertida puesta en escena que parece que no se intenta mojar, pero a la vez sí. Como citó su director en rueda de prensa: «Quise que se supiera en todo momento que las cosas no se van a arreglar de un momento para otro. Hay un sistema preestablecido que nos aprisiona y se nos escapa.»
La burbuja dentro del mundo de los ricos y su completa ignorancia de la realidad de un pueblo solo nos hace recordar a aquellos personajes encerrados en su mundo de pomposidad y excesos del Ángel Exterminador. Rodada en el hogar de su infancia, con efectos de CGI para poder mostrar lo que quiere mostrar, Javier Fuentes-León recuerda situaciones y circunstancias que vivió cuando era un niño, las cuales pasan por su cabeza y se proyectan en un Teatro Cervantes a rebosar de aplausos. Cuidado con esta sátira porque tiene tonos propios para la Biznaga de oro latinoamericana.