Padres, vayan escondiendo a sus queridas y bellas hijas. No abran la puerta a nadie. Y recuerden que si empieza a sonar de fondo la pegadiza melodía de Angel for the morning: pueden echarse a temblar. Aterriza en las pantallas el terremoto más loco de toda la saga de “superhéroes”. Las comillas no sobran. De hecho, todo geek sabe que Deadpool es de todo menos un héroe de la vieja escuela. Mediante la socarronería, el buen rollo y la búsqueda fácil de conciliar con el público, Tim Miller nos presenta la adaptación cinematográfica de un personaje cuya personalidad se come la pantalla. Casi literalmente.
La vida de Wade Wilson se centra en actuar como un mercenario de sangre fría. A pesar de que su vida es un desastre, consigue hacerse hueco en la ciudad a su manera. Tras un inhumano experimento, adquiere superpoderes que lo convierten en Deadpool, su álter ego en máxima potencia. Con estas nuevas capacidades, Wilson intentará dar caza al hombre que ha acabado con su vida.
Basada en los cómics del mismo protagonista, Deadpool se luce a partir de la rebeldía que destila su protagonista. Como una esponja, el filme en su conjunto se hace al personaje de Wilde y a su deslenguado y descarado carácter ante la vida. No solo se ríe de lo sucedido en la trama, sino que, mediante referencias, lanza puntas afiladas a sus compañeros superhéroes o, incluso, a títulos anteriores. Porque no: tanta referencia a Hugh Jackman no es mera casualidad. Otro elemento clave a la hora de analizarla es la ruptura con la cuarta pared. Gracias a ella se consigue acercar aún más la narrativa dando como resultado un desarrollo natural y cercano, en un contexto totalmente ambiguo
Hilarante, macarra y con ese tono un poco gore al estilo Watchmen, ha conseguido abrir el camino de una nueva generación de súper hombres. Movido por la venganza, no supone la personificación de la bondad y la búsqueda del bien. Muy al contrario, se consigue dibujar la figura de un malvado movido por la ira. Pero qué le vamos a hacer. Gracias a Deadpool, ser malo mola mucho más.
En el papel protagonista, Ryan Reynolds (Linterna verde, Buried, The Voices) se corona en un papel que quizá sea el mejor de toda su carrera. Igual de maleable y brillante durante todo el filme, especial mención a su camaleónica forma de actuar cuando se encuentra dentro de las mallas. Suma a ello la acción constante y, al más puro estilo de las películas de este género, unos efectos especiales nada decepcionantes. Eso sí, en algún punto de la película apabullantes.
Si te gusta la caña y lo único que andas buscando es una buena película que te haga estallar algún que otro empaste de la risa, Deadpool te está esperando entre bambalinas. Si por el contrario, no eres amante de la violencia gratuita y el lenguaje obsceno, también lo hará. Aunque en este caso, sea para pegarte una patada en el culo.